EL HOMENAJE A CARLOS COSSIO

EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

 

por Federico Piedras

 

            El pasado viernes 5 de diciembre, en la Asociación de Abogados de Buenos Aires, se llevó a cabo la Mesa Redonda “Homenaje a Carlos Cossio: en el centenario de su nacimiento”. Participaron de la misma Julio César Cueto Rúa, Ricardo Ginés García, Dolores Cossio, Elías Benzecry, Eduardo Héctor Méndez, Julio César Raffo y Carlos Tobal, quien actuó como moderador del evento.


            El primero en hablar fue el Dr. Cueto Rúa, quien supo ser discípulo de Carlos Cossio y “un gran amigo también”. Comenzó recordando al “gran profesor” como un personaje inolvidable, de aquellos que dejan una marca, que no sólo se interesaba por el desarrollo del Derecho y de la filosofía
jurídica, sino que también se preocupaba en promover el desarrollo intelectual de sus alumnos, de generar el pensamiento crítico en ellos (arma imprescindible en todo jurista, ya que, precisamente, el suyo es un saber polémico, de diálogo). Destacó que Cossio era un apasionado en todo lo que hacía –fuera esto la filosofía, el Derecho o la poesía– y que esa pasión no sólo la remitía a la internalización del conocimiento, sino que también la empleaba en el acto de repartir y transmitirlo. Hombre de alma notable, astro del pensamiento y del saber, culto, entendedor de la vida y sus limitaciones, pero, en especial, un gran amigo y compañero, una persona que era muy difícil de no querer.


            Luego fue el turno de Ricardo Gines García, quien hizo un breve pero provechoso resumen del pensamiento de Cossio, donde mencionó, entre otras cosas, su lucha intelectual contra el positivismo, y, en especial, contra Kelsen (personaje al que Cossio introdujo dentro del ámbito académico en las universidades argentinas
, como también lo hizo en gran parte de Latinoamérica), ya que para el gran jurista argentino el Derecho no era la norma jurídica positiva, no era lo que la norma dice, sino la conducta humana como interferencia intersubjetiva: “es lo que hacemos todos los días. El Derecho sale de lo abstracto y se transforma en lo que realizamos del día a la noche, en cada una de las relaciones entre las personas. Así, el contrato de compraventa no es lo que el Código Civil dice que es, sino que, por ejemplo, el contrato de compraventa es comprar algo en el almacén o en un kiosco”. También mencionó prestamente algunos principios de la “Teoría Egológica”, e hizo lo propio con las fuentes y los pensadores que lo llevaron a plasmar tales ideas.


            Por su parte, Dolores Cossio, que siguió a las palabras de Gines García, evocó a la memoria de su tío a través de una carta que
éste escribiera a Manrique en un momento del largo período que estuvo fuera del ámbito universitario, debido a la incomprensión y a la ignorancia de los gobiernos que se sucedieron desde la "Revolución Libertadora" hasta la asunción de Cámpora en el ’73. Aquellos fueron largos años tristes, donde la palabra de Cossio poco a poco se alejaba del ámbito académico, y sus pensamientos, aunque en gran parte del mundo se reconociera su talento y entereza intelectual, se veían reducidos al ámbito de algunos bares o casas o estudios donde eran transmitidos a unos pocos discípulos. “No sólo fue como un segundo padre para mí, sino que también fue un maestro y un gran amigo”.


            El Dr. Elías Benzecry, que reconoce a Cossio como maestro y padre intelectual, habló también de la teoría egológica,
y de los autores que influyeron en su desarrollo intelectual (Platón, Kant, Marx, Husserl, Heidegger). A la vez, señaló las cuatros categorías de hombres que, según Cossio, existen en una sociedad –genios, técnicos, opinión pública y hombres masa– y resaltó la frase con la que el jurista concluía esta idea donde decía que “el hombre masa carece de historia, la que es una característica del genio –personaje escaso en una sociedad–, sólo tiene biografía, por eso es que un rey podría ser un hombre masa, mientras que un simple obrero un genio”. Cossio, decía Benzecry, abrió las puertas de las universidades de Argentina a personajes como Goldschmidt, obligados a exiliarse por los gobiernos nazi-fascistas de sus respectivos países, lo que demostraba cuánto interés tenía, tanto por el desarrollo del pensamiento jurídico, como por el apoyo a hombres que injustamente eran despojados de lo que conformaba sus vidas, debido a la necedad, incomprensión e ignorancia, de la que, curiosamente, más tarde el propio Cossio sería víctima.


            Luego de la emoción con la que finalizó el Dr. Benzecry su testimonio –lágrimas de dolor y amor, lágrimas que indican cuán querido puede llegar a ser un hombre, para lo que basta con ser eso, un hombre–, Eduardo Héctor Méndez habló sobre la relación entre la teoría egológica y la filosofía marxista y destacó la importancia que, según Cossio, tiene un juez, ya que “un juez crea
Derecho, no es un mero aplicador de la norma”, o, al menos, no debería serlo: cada caso que le llega debe ser resuelto con las particularidades propias de ese caso, ya que no hay casos iguales, “y esto, que parece tan obvio, no se refleja en los jueces, lo que no hace más que reflejar la falta absoluta de la filosofía en el ámbito judicial. Negar esto es ideológico. Los que lo hacen demuestran que son funcionales a las reglas del capitalismo. La crisis del capitalismo no puede resolverse dentro de la estructura capitalista. La solución a esto, entre otras cosas, son las resoluciones de los jueces, que deben dejar de ser tímidos”.


            Por último, fue el tiempo de Julio César Raffo, quien cerró el homenaje con vivencias y recuerdos junto a Carlos Cossio.


            Al finalizar el acto, el público tuvo la oportunidad de realizar preguntas a los panelistas y, luego, o, para mejor decir, last but no
t least, fueron leídos dos poemas de Cossio, que en tal carácter, es decir, en su rol de poeta, fue reconocido por el mismísimo Neruda.

            Como última reflexión y, en especial desde mi posición de estudiante de Derecho, debo decir que es una lástima, una verdadera lástima, que personajes como Cossio no sean mencionados ni siquiera en los pasillos de la facultad. Parece que tantos años de ostracismo tuvieron su efecto en el presente académico. Sin embargo, me gustaría creer en la idea con la que se cerró el acto: todos los panelistas concluyeron que “el pensamiento de Cossio está resurgiendo, hay un revivificación de sus ideas y de su persona”. Espero que el devenir lo confirme...