PREVENCIÓN

DE

ACCIDENTES:

 

¿Debemos cuidar más

a los varones

que a las niñas?

 

 

por Dora Vilar de Saráchaga

 

 

 

    Los varones, a partir del primer año de vida, tienen más del doble de accidentes mortales que las mujeres. De cada 10 menores de 25 años que mueren en un accidente, 7 o más son varones. ¿Cómo puede ser esto?

 

    Varones y mujeres se diferencian por sus cromosomas, por su anatomía, por su psicología y por aspectos socioculturales. Para analizar estos últimos se desarrolló el concepto de género.

 

    La idea de género se refiere a los aspectos sociales y culturales atribuidos a la distinción entre hombres y mujeres. Obviamente, estos aspectos son aprendidos. En otras palabras, aunque se nazca de sexo masculino o femenino, se aprende a ser varón o mujer.

 

    Todas las sociedades tienen sus propias concepciones implícitas del género, estereotipos que se usan para diferenciar el trato que se da a las niñas y a los niños. Los niños asimilan los papeles de género desde el principio de la vida (desde mucho antes de los cinco años de edad), mediante el proceso de socialización. La familia, la educación, la cultura, el nivel socioeconómico, la religión, lo transmitido a través de los medios de comunicación, todo juega un papel importante en la socialización.

 

    La categoría de género surgió para poner en evidencia la discriminación contra la mujer. Sólo recientemente se comienza a percibir que la construcción de género entraña también desventajas para el varón.

 

    Un claro ejemplo de ello, se presenta en materia de mortalidad por accidentes, pues ésta es mucho más frecuente en los varones  que en las mujeres, a  todas las edades. En los accidentes de transporte, ahogamientos, caídas, las diferencias son muy grandes, inclusive en menores de 5 años, como puede observarse mediante los gráficos que se muestran junto a estos párrafos. En general, los accidentes en los cuales está involucrada una conducta, considerada “de macho”, son los de mayor riesgo para los varones

 

    El autocuidado, a su vez, puede estar más o menos valorado socialmente. En la mujer, se valora generalmente más el autocuidado relacionado con la belleza, la preparación para el embarazo, el amamantamiento.

 

    Históricamente en el varón se valoró más la valentía, el heroísmo, el desafío que la preservación de su integridad física. Esto, vinculado con la guerra, la caza, la defensa del grupo familiar. Tal concepción, por cierto, influye en que los varones se expongan más al peligro, aunque dicha exposición sea innecesaria.

 

    Es importante, entonces, que tomemos conciencia del mayor riesgo al que están expuestos los varones, a causa del peligroso paradigma social “arriesgarse = ser macho”.

 

Para evitar esto, es necesario alentar la prudencia en la educación del varón, diferenciándola de la cobardía. En realidad, se necesita valentía para tomar conductas de autocuidado, cuando los demás piensan que no hay riesgo o que es valioso arriesgarse.

 

    Es importante que tanto los padres como los educadores, reflexionemos sobre estos temas, y en consecuencia evitemos impulsar a los varones a menospreciar su integridad física, en aras de una supuesta mayor virilidad.