La presentación fue realizada por Héctor Shalom, miembro de la Fundación
Casa Ana Frank, quien luego de introducir a los panelistas le cedió la
palabra a Estela Carlotto. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo comenzó
por señalar que desde que las Fuerzas Armadas victimizaron nuestro país, se
inició una lucha llevada a cabo por los organismos afectados (los familiares
de desaparecidos) y que ha atravesado un camino de más de 21 años de
gobiernos constitucionales. Al hablar de la causa de los familiares en
general, y de Abuelas en particular, Carlotto señaló que "la lucha no se
abandona" porque es necesario un "país sin miedo y que se eternice el Nuca
Más". Desde los informes de la CONADEP, siguió, se supo que sólo 1600
oficiales participaron en las operaciones del último gobierno militar, por
lo que puede concluirse "que no todos son responsables" de lo ocurrido. Sin
embargo, "el problema radica en que los nuevos integrantes de las Fuerzas
reciben el peso del pasado, ya que aún desde aquel organismo no se ha
reconocido lo que sucedió". Al mismo tiempo, "precisamente son esas Fuerzas
las que hoy desean terminar con el rechazo social, y por eso es que
acompañamos el proceso de cambio. Es necesario que se comprenda que hay que
educar, re-formar, rescatar a esas personas que están en las Fuerzas, ya que
aún con gobiernos constitucionales ha habido asesinatos por parte de la
policía. Y lo cierto es que queremos volver a esos días en donde uno podía
confiar sin inconvenientes en la policía". Para finalizar, Carlotto dijo que
"los Organismos de Derechos Humanos están al servicio de la recomposición
social: sumamos, comprendemos, pero sin bajar los brazos, ni ceder ante las
presiones. Los organismo de Derechos Humanos vamos a contribuir para darle a
las generaciones jóvenes la seguridad que nuestros hijos no tuvieron".
A continuación, Héctor Shalom explicó cómo se produjo la conexión con
Holanda. El representante de la Fundación dijo que el intercambio comenzó
tres años atrás cuando se llevaba a cabo una muestra en homenaje a Ana Frank.
Desde aquella vez, se mantuvo un intercambio fluido con Holanda y, a la vez,
posible gracias a la presión de los organismos de Derechos Humanos, que
lograron que el proyecto subsistiera pese a las diferentes crisis que
atravesó el país en los últimos tiempos. "El proyecto -dijo Shalom- tiene la
idea base de modificar el aparato policial, ya que aún hoy se manejan cifras
aterradoras: 130 a 140 casos por excesos de la fuerza policial". Antes de
otorgarle la palabra al Dr. Adang, Shalom explicó el porqué de Holanda: "1º)
La historia de Ana Frank sucedió en Holanda; 2º) El primer país que un grupo
de mujeres apoyó a las madres de plaza de mayo fue Holanda; 3º) En el
mundial de 1978, los jugadores holandeses no saludaron a Videla en la final;
4º) Los padre de Máxima no participaron de la boda debido a la vinculación
de Zorreguieta con el gobierno militar".
Por su parte, Otto Adang comenzó por decir que su conexión con Argentina
había comenzado dos años atrás, "cuando una delegación del país vino a
Holanda y de la conversación me sorprendí por el cambio de las fuerzas
policiales, por el involucramiento de los organismos de Derechos Humanos, de
las mismas Fuerzas, lo que me hizo sentir un compromiso por la Argentina".
En cuanto a su proyecto de cambio, explicó que el mismo parte de dos
premisas: por un lado, el manejo de manifestaciones y control público, y por
el otro, el manejo de las fuerzas policiales. De su primera visita a la
Argentina, se fue con la idea de que era necesario un cambio en el área de
control de disturbios hacia un mayor control del orden público. "El enfoque
debe ser diferente, ya que generalmente las manifestaciones son pacíficas:
las mejores prácticas son las que previenen los problemas. Y este es un
cambio de perspectiva importante: concentrarse en el manejo del orden, en
vez de estar preparado para el desorden".
A continuación, el Dr. Adang dio vista de lo que había ocurrido en Holanda
en una manifestación estudiantil. En aquella oportunidad, por un mal manejo
de la policía del asunto, la manifestación terminó con importantes
disturbios y enfrentamientos entre la policía y los estudiantes. A partir de
lo ocurrido hubieron severas críticas hacia la policía, entre las que
estuvieron las suyas, que no sólo trabajaba para el organismo en aquel
momento, sino que además había sido testigo del hecho. Sin embargo, un año
después sucedió una manifestación similar a la anterior, y las expectativas
sobre lo que podría ocurrir eran grandes. La policía estaba obligada a
realizar algo diferente. Y lo hizo. De ese modo, hubieron pequeños
intercambios con los manifestantes, pero sin registros de violencia, lo cual
demostró que "con un enfoque diferente, las cosas pueden ser diferentes".
Para generar el cambio se recurrió tanto a miembros de la policía como a
universitarios que, en el rol de observadores, veían lo que sucedía y luego
daban recomendaciones para mejorar el trato.
En cuanto a la Argentina, Otto Adang remarcó que la "identificación y
diseminación de buenas prácticas debe ser gradual, involucrar a todas las
partes interesadas, tiene que existir un constante evolución (por mucho
tiempo las fuerzas policiales no usaron el conocimiento que estaba
disponible en las universidades y, a la vez, estas no han sabido ponerse en
práctica), y las tres claves, por lo tanto, son la práctica, la teoría y la
educación". Luego, agregó que "se trabajará conjuntamente a futuro y no con
el pasado". Finalmente, dijo que su propuesta para el modelo de
identificación de buenas prácticas era: "el intercambio de experiencias,
desarrollo constante de profesionales, y a partir de lo anterior, las partes
involucradas deben identificar las buenas prácticas para establecer un
modelo común (...), para lo cual habría que comenzar por establecer un
equipo de evaluación compuesto por diferentes miembros, que sean gente
experimentada de la policía, participantes de ONGs de Derechos Humanos y
universitarios, junto al monitoreo de agentes extranjeros, y que todos
realicen observaciones en tiempo concreto". Lo anterior "no reemplaza a los
mecanismos de control legal, ni a la responsabilidad policial; no juzga a
las personas ni a sus actos, sino que se basa en los procedimientos; los
observadores no intervienen, pero tienen que tener acceso a la información y
ocupar un lugar relevante en las manifestaciones; los equipos deben ser
entrenados tanto en aspectos metodológicos como éticos; y, sobre todo, saber
que ser un observador implica no intervenir, más allá de lo que se vea".
Para concluir, el especialista holandés dijo que "si
se quiere producir una transformación, uno tiene más influencia si se
involucra. Si participa, no tiene más su propia opinión, ya que para que la
transformación se lleve a cabo es necesario tener acciones concretas porque
todas las partes están involucradas. Si ustedes -es decir, nosotros, los
argentinos- no lo hacen -hacemos-, no lo hará nadie. Es su -nuestro- país,
su -nuestra- responsabilidad. Yo voy a ayudarlos, pero ustedes -nosotros-
tienen -tenemos- que hacerlo. Hagamos de la Argentina un modelo para aplicar
en toda Latinoamérica". |