Hablemos, escribamos, cantemos, después de todo, qué otra
cosa nos queda por hacer. No sólo el tiempo nos define, sino también el
lenguaje, sí, inevitablemente, el lenguaje es la sustancia de la que estamos
hechos. Somos seres que hablan, que nos comunicamos (por más que no sepamos
quién sea el Otro) que nos refugiamos en el lenguaje, un leguaje dado que
muy pocas veces nos sentamos a analizar. Hubo, hay y habrá (hasta que todo
se termine; aunque ¿lo cierto? es que incluso después del fin uno no sabe
qué es lo que puede llegar a suceder) un discurso -hablado y/o escrito-
sometido a ese lenguaje inicial, condescendiente con las reglas que le son
impuestas, aunque, precisamente (¡y por suerte!) es el discurso, los
diferentes discursos, los que aportan ese punto de fuga al lenguaje (al que
alguna vez el genio de Burroughs definió como un virus que viene del espacio
exterior) para darle un respiro, un nuevo andar, para indicarle una senda
novel que, a su vez, algún día y a partir de otros discursos -de otras
palabras- volverá a bifurcarse, y entonces, una vez más, habrá que elegir
por dónde caminar.
Se dice que Latinoamérica proporcionó al castellano ese aire que hacía ya
tiempo andaba necesitando. Descubierto América, se redescubrió, con el
transcurso de los años, el castellano. La literatura, que después de Quevedo
parecía haberse ahogado en un barroco vaso de palabras insufribles, halló en
Borges, y luego en el resto de Latinoamérica, una vida nueva, ocupando,
después de siglos, un espacio trascendental en el orbe de las letras. Así
fue entonces que en los albores del siglo XX "vimos" renacer la poesía, y ya
consagrados Darío, Vallejo y Martí, Borges nos noqueó -con un golpe que aún
perdura- con la prosa, la fantasía y la simpleza de los infinitos mundos
complejos (es imposible olvidar cuando en El Aleph -una de las obras
magistrales de la literatura mundial- Borges escribe que Daneri le dice a
Borges "che Borges"). También estuvo Bioy, Cortázar, e incluso antes de
Borges, estuvo Macedonio. En otros lugares, aparecería Neruda, Huidobro,
Mistral, García Márquez, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Roa Bastos, Fuentes,
Arguedas, Donoso, Monterroso, Onetti y antes de Onetti (y también antes de
Cortázar), Felisberto Hernández, y etcétera, etcétera. No sólo la literatura
renacía en estas tierras, sino que todo un idioma cobraba una vida que, a la
vez, se bifurcaba en diferentes vidas, y que incidía en el habla de cada
región; o viceversa, el habla incidía en la escritura; o, bien, ambos
navegaban en el mar de la intertextualidad. (Ya en la segunda mitad del
siglo XX la estrella de Puig junto a, en los finales del mismo siglo y
principios del XXI, la mitología de Bolaño nos daría amplia muestra del
lenguaje como dialecto y del dialecto como discurso.)
Sin embrago, en el caso de los argentinos -o quizá deba decirse en el
"lenguaje de los porteños"- sucedió algo curioso. Poco a poco todo un estilo
musical, poético, artístico, incluso podría decirse todo un estilo de vida,
fue adentrándose en la cotidianeidad del habla y de la vida misma de toda
una región. De pronto (aunque decir de pronto es falso), el tango definió un
nuevo "Porteñismo Way of Life". Y así como todos los discursos tienen sus
orígenes en otros discursos, el discurso jurídico argentino, por su parte,
ha encontrado como una de sus fuentes a la música popular y, dentro de ella,
ha bebido del agua -o, mejor dicho, del vino- del tango.
Precisamente de esto último fue sobre lo que se habló el pasado miércoles 24
de agosto en el Instituto Ambrosio L. Gioja de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires. La disertación estuvo a cargo de Oscar del
Priore, habiendo hecho, previamente, una introducción el Dr. Aníbal D'Auria.
Tango y política
La presentación del evento estuvo a cargo del Dr. Tulio Ortiz que, antes de
darle la palabra al Dr. D'Auria, remarcó que "un año atrás Homero Manzi
(hijo) y Horacio Salas inauguraban magistralmente la noche al hablar sobre
Homero Manzi y su obra, y para continuar en esta tesitura, hoy nos vista una
de las mayores autoridades en la materia", en referencia a del Priore.
A su turno, el Dr. D'Auria comenzó diciendo que al hablarse del tango puede
hacérselo desde diferentes formas de abordaje: primero, lugar y cantores;
segundo, ideología y cantores; tercero, anécdotas específicas y coyunturas
concretas, y cuarto, tango y lenguaje político. "Sin embargo -se preguntaba
D'Auria- ¿es el tango un género que se presta a la política?" A primera
vista, la respuesta parece obvia: "Por lo general los temas son otros,
existenciales, pero no políticos. O sea, en principio, el tango sería
apolítico." Ahora bien, si analizamos los orígenes del tango, D'Auria
sostiene que "la inmigración trajo consigo tanto al anarquismo como al
socialismo que, a su vez, incidieron sobre el tango; es decir, los tres
-socialismo, anarquismo y tango- son hijos de la inmigración". Sin embargo,
uno y otro de los movimientos políticos verían de un modo diferente a aquel
nuevo movimiento musical: el socialismo con cierto desagrado, en cambio, el
anarquismo le daría pie.
A diferencia del tango, la milonga, dijo D'Auria, "tuvo gran incidencia en
la política: tanto el anarquismo y el socialismo se manifestaron a través de
este estilo". Ahora bien, la pregunta entonces, sería por qué esa incidencia
se pierde en el tango. D'Auria encuentra una primera respuesta a esta
pregunta en la payada: según el Doctor y también Profesor Facultad de
Derecho de la UBA, "en la payada el compositor canta su propia obra. En el
tango, en cambio, el compositor compone para otro, alguien que, por lo
general, no es él". Sin embargo, para el Profesor otra hipótesis debería
tener en cuenta las ideologías que provienen de Europa: "es entonces cuando
empiezan a aparecer letras críticas hacia la sociedad. Es, también, cuando
se politiza el tango en la marginalidad de los personajes que transitan por
la letra, y en el desprecio que esas mismas letras y personajes adoptan
hacia la ley y la policía". Acquaforte, interpretada por Gardel, entre
otros, y con letra de Juan Carlos Marabia Catán, fue uno de los primeros
ejemplos en donde aparecía un personaje denunciando no sólo sus males ("Es
media noche. El cabaret despierta. / Muchas mujeres, flores y champán. / Va
a comenzar la eterna y triste fiesta / de los que viven al ritmo de un gotán.
/ Cuarenta años de vida me encadenan, / blanca la testa, viejo el corazón: /
hoy puedo ya mirar con mucha pena / lo que otros tiempos miré con
ilusión."), sino, además, las injusticias de la sociedad (Un viejo verde que
gasta su dinero / emborrachando a Lulú con el champán / hoy le negó el
aumento a un pobre obrero / que le pidió un pedazo más de pan" y termina
diciendo el tango, con la ya famosa lágrima del final, "Y pienso en la vida:
/ las madres que sufren, / los hijos que vagan / sin techo ni pan, /
vendiendo "La Prensa", / ganando dos guitas... / ¡Qué triste es todo esto! /
¡Quisiera llorar!").
Y siguiendo la idea de que los discursos nunca finalizan y que todos, en
algún punto, se conectan, del Priore, antes de comenzar con su tema, agregó
a las palabras de D'Auria que otras de las hipótesis para vislumbrar por qué
el tango y la política parecerían estar distanciados uno del otro (o, mejor
dicho, por qué el tango parecería estar distanciado de la política, ya que
si lo pensamos bien, la política es puro tango) podría deberse a que "los
compositores se aburguesaban gracias al tango, por lo que, justamente por
eso, no tenían la necesidad, dentro de la comodidad en la que vivían y
trabajaban, de criticar". Asimismo, no debería soslayarse que "los hombres
del tango, por lo general, eran hombres de la noche que salían, gastaban el
dinero que ganaban, apostaban, etcétera, y que sobre el escenario se vestía
el smoking, que no es la vestimenta del proletario".
Tango y Derecho
En lo que respecta al tema de la conferencia, del Priore señaló en primer
lugar que gran parte de la relación Tango-Derecho tiene letras satíricas:
"el más famoso es un tango sin letra, 'Derecho viejo', de Eduardo Arolas,
que se lo dedica al Centro de Estudiantes de la facultad, y que Piazzola,
entre otros, lo graba en Estados Unidos; también hay una película que lleva
el nombre 'Derecho viejo'". Más tarde, Andrés Baldesari le pondría letra
("pobre", según del Priore) y también haría lo propio Gabriel Clausi pero
con una letra "que es una apología del tango, pero que no dice nada del
Centro de Estudiantes de Derecho, a quien el tango estaba dedicado". Lo
cierto, para completar el relato, fue que, según contó del Priore, "Clausi
le pone letra a varios tangos de Arolas para que la obra de Arolas en el '74
no pasara a dominio público".
Más tarde, Juan Carlos Thorry grabaría el tango "Bulincito estudiantil".
La casa está de fiesta, ha vuelto la alegría,
los muchachos contentos hoy van a celebrar
la vuelta de la piba que fuera en otros días
consuelo a las tristezas y ayuda al estudiar.
Bulín de aquellos años de estudiantes alegres
muchachada porteña que sabe compensar
los libros y las farras, tristezas y alegrías,
y matiza su vida con pasos de gotán.
El piano, los fuelles, cuerdas y demás,
armonizan tangos que hacen sollozar.
Y en el bailar se funden al calor
del estrecho abrazar,
cuerpos, alma y corazón.
Hoy recordamos tristes al bulín
que todos quisimos bien,
bulincito estudiantil.
Termina la milonga la milonga, se piantan del cotorro
visitantes y orquesta, con tristeza sin par.
Allí querrían quedarse guardando en la casita
sus penas, su ternura, sus ansias de amar.
Cotorro yo te canto, bulín de años mejores,
la vida te ha esfumado con trágico pincel.
Tan sólo hay el recuerdo de aquellos años buenos
en que vivimos pobres muy felices en él.
Por otra parte, hay dos tangos que llevan el nombre "Ave negra", por la fama
que los abogados tenían en aquella época (aunque, quizá, de esta
característica sería mejor no hablar de épocas...): uno no tiene letra, y el
otro pertenece a la pluma de Dante A. Linyera, seudónimo que utilizaba
Francisco Bautista Rímoli en clara referencia al autor de la Divina Comedia.
Dicha letra dice:
Cacariando las gallinas, te piantás de la catrera;
te enfundás la funebrera vestimenta que tenés
y, enfilando las canoas derechito para el centro,
vas pensando pa'tu adentro: "¡Qué muñeca que tenés!"
Te manyás la juratoria, la cuestión del desalojo,
como manyo yo la historia del stud de Copiapó
y te has morfado más guiso de expedientes y papeles
que empanadas y pasteles me haya malanfiado yo.
¡Ave negra!
¡Qué pintusa pa'un entierro!
¡Chupa tinta!
¡Qué cara pa un funeral!
¡Si te chapa
por descuido la leonera,
Pica Pleitos,
hasta el otro carnaval!
Te junás los Tribunales y los tornos judiciales
como manyan los jacoibos los remates de ocasión.
Conocés de la miseria los recursos más discretos
y sabés hasta el secreto de hacer bombas con jabón.
Si te habrás manyao papeles, expedientes y carteles
pa saber hasta la historia del proceso del Jordán.
Hoy en día hasta en la sopa encontrás la bel manera
de engrupir la cocinera pa'piantarla sin pagar.
En respuesta a la Ley de Residencia, que entre otras cosas fue tildada de
inconstitucional, Mario Batistella escribe Al pie de la Santa Cruz. En 1933
es cantada por Carlos Gardel, existiendo, a la vez, otra grabación que
corresponde a Héctor Maure.
Declaran la huelga,
hay hambre en las casas;
es mucho trabajo
y poco el jornal.
En ese entrevero
de lucha sangrienta,
se venga de un hombre
la ley patronal.
Los viejos no saben
que lo condenaron,
pues miente piadosa,
su pobre mujer.
Quizás un milagro
le lleve el indulto
y vuelva a su casa
la dicha de ayer.
Mientras tanto al pie de la Santa Cruz,
una anciana desolada llorando implora a Jesús:
"Por tus llagas que son santas, por mi pena y mi dolor,
ten piedad de nuestro hijo; pretéjelo, Señor."
Y el anciano, que no sabe ya rezar,
con acento tembloroso también protesta a la par:
"Que mal te hicimos nosotros pa'darnos tanto dolor?"
Y a su vez dice la anciana: "Pretéjelo, Señor."
Los pies engrillados
cruzo la planchada...
La esposa lo mira, quisiera gritar.
E el pibe inocente
que lleva en los brazos
le dice llorando:
"Yo quiero a papa!"
Largaron amarras,
y el último cabo
vibro al desprenderse
de todo su ser:
Se pierde de vista la nave maldita
y cae desmayada
la pobre mujer.
Asimismo, del Priore destacó que hay varios tangos que van en contra de los
jueces, como por ejemplo, Ladrillo, letra de Juan Andrés Caruso, donde el
autor denuncia la incomprensión de la justicia para con el crimen de
Ladrillo, ya que su crimen estaba justificado, su crimen no correspondía a
la razón, su crimen era un crimen por amor, y en esa clase de crímenes la
Justicia no tiene, según la letra, nada que hacer. Precisamente, en la
primer estrofa de la canción puede vislumbrarse esta diferencia
irrecuperable entre el honor y la ley: "En la penitenciaría / Ladrillo llora
sus penas / cumpliendo injusta condena / aunque mato en buena ley. / Los
jueces lo condenaron / sin comprender que Ladrillo / fue siempre bueno,
sencillo, / trabajador como un buey."
A la vez, la última estrofa termina por dejar en claro lo justificado que
estaba el crimen, lo serio que era su amor y cuánto más importante era su
honor: "El día que con un baile / su compromiso sellaba / un compadrón
molestaba / a la que era su amor. / Jugando entonces su vida / en duelo
criollo, Ladrillo / le sepultó su cuchillo / partiéndole el corazón."
Por el mismo camino que la letra anterior, Sentencia, de Celedonio Flores
(cuya poesía insinúa el mal social pero sin jamás alejarse de la moral de la
época) hablaba, ya en el año 1926, de un acusado que estaba ante un tribunal
declarando por haber asesinado a un hombre que había insultado a su madre.
Es decir que había, entonces, "un código de honor que cumplir".
Sólo en 1929 hay un tango que "deja bien parado a un juez y que se llama,
justamente, Qué juez aquel!. Sin embargo, Volvamos a empezar es la
contrapartida a Qué juez aquel!. Allí, entre otras cosas, se dice que
Con sombras de cárcel lavé mi pecado
si acaso la cárcel lo puede lavar
los jueces de mármol nunca comprendieron
que a veces la vida te obliga a matar.
En Un crimen, comentaba del Priore, "hay un criminal arrepentido que ha
matado a su amada por celos infundados, donde al final descubre que ella era
inocente". Asimismo, en Gurisa es el mismo criminal el que pide la muerte.
Sobre el final, respecto a la relación de los abogados con el tango, del
Priore señaló que "no hubo muchos, pero los hubo", por ejemplo, Amuchástegui,
Luis Adolfo Sierra, "gran historiador del tango que escribió 'La historia de
la orquesta típica'", Gutiérrez Millo, Luis "Lucho" Repetto, Roberto Firpo
(hijo), Raúl Ocantos y, finalmente, Homero Manzi, que fue estudiante de
Derecho pero que, por hechos ya conocidos, no logra terminar la carrera. Sin
embargo, en 1928, escribiría los famosos 42 versos a la Facultad de Derecho:
La Facultad de Derecho es una casa vieja.
La trajeron –pretendo- de Lovaina o de Lieja
en una tarde fría y otoñal
y en la ciudad ruidosa
fue un asombro ojival.
En su torre, doliente como un sueño inconcluso,
dialogaron las noches porteñas y los vientos
con silbidos de jarcias y con lamentos
de gatos lunáticos y confusos.
Una luna porteña, que remontó en la esquina,
barrilete nocturno del arrabal,
caloteó dos palomas en Puente Alsina
y las tiró en su ventanal.
Palomas proletarias hicieron nido con sus ladrillos,
igual que en los tejados de las aldeas,
igual que en la techumbre del conventillo.
Y la extranjera consistorial
ensayó un paso en la cuerda floja de la emoción,
cuando la plateada galleta marinera
con corazón de pan
le tiró las monedas de su amor,
y en la resurrección sensiblera le brotó un corazón
que en sístoles de huelgas
y en diástoles de gritos
efectúa la cardiaca revolución.
Corazón que practica
la leyenda hipocrática de dormir a la izquierda,
hecho con las estrías de cien muchachos locos
que sueñan con la paz
y que hacen la simbiosis
-pampeanamente rara-
de Yrigoyen y Marx.
................................................................................................
Pero está cerca el día de los tejidos muertos,
el día de la buena ración,
cuando se vuelen las palomas
y se detenga el corazón.
Entonces esa luna del arrabal
se quedará en el cielo del almacén,
y la extranjera consistorial
volverá a ser un asombro municipal.
Que así no sea.
Amén
El edificio al que se refiere Manzi en el poema es el que ocupaba la
Facultad de Derecho –hoy sede de Ingeniería- ubicado en Avenida Pueyrredón y
Avenida Las Heras. Concluyo la nota con el poema de Manzi porque creo que es
una fiel muestra de lo que significa el misterio del lenguaje, donde una
"simbiosis / -pampeanamente rara-" mezcla a Yrigoyen y a Marx. Una palabra
técnica, cuyo uso de lenguaje está determinado por la ciencia, es arrancada
de ese contexto y empleada junto a otra palabra que no está definida por
ninguna Academia, una palabra "rara", que precisamente es llamada así, y que
termina por definir -dentro del poema (en el medio de la Literatura)- la
unión de dos Nombres propios, dos palabras que representan a Yrigoyen y a
Marx, pero que no son ni uno ni otro (y que incluso por definición son
indefinibles), sino que nosotros imaginamos esa relación, el poema nos
transporta a esa relación, los sentimientos del Poeta hacen que veamos esa
relación, mientras que por su parte, las palabras, se relacionan sin más y
juegan, sí, juegan dentro de esa gran maquinaria del mito que, como dijo
Alan Pauls, es la Literatura. Y entonces, vuelvo a Charly y digo, como
seguramente habría dicho Roland Barthes de haber sido argentino, "(...)
Escucho un tango y un rock / y siento que soy yo...". |