Buenos Aires, 30 de diciembre de 2006

 

Carta Abierta a Quienes Pudiere Interesar

 

            Pocos días atrás me he enterado, por los diarios, que se ha llegado a un acuerdo en el juicio “RABINOVICH, Ricardo David s/ medidas precautorias”, entre la señora Defensora de Menores, Dra. Silvia Dascal, y los centros de criopreservación de embriones y ovocitos pronucleados de Buenos Aires, y que el mismo ha sido homologado por el Magistrado que interviene, Dr. Miguel Güiraldes. Esta noticia ha sido celebrada en los medios masivos como un final feliz para la acción que, en procura de la protección de esos seres humanos congelados, promoví en aquel lejano 1993.

 

            Me apresuro a reconocer que me siento restringido en mis comentarios a este desenlace, porque al haber pedido licencia en mi matrícula profesional, dado que había dejado de ejercer la Abogacía, el Tribunal entendió (a mi criterio correctamente) que ya no podía desempeñarme en tal función (lo que fue interpretado, por el Juez y por la prensa, y no sin fundamentos, como una renuncia de mi parte). Asumo que yo no pude lograr un acuerdo que destrabase este asunto, porque a mi modesto entender era, y es, esencial la IDENTIFICACIÓN de las personas congeladas, sea en forma directa, con la referencia a sus padres (lo que me parece lógico y normal) o bien de modo indirecto, por medio de un código alfanumérico. Esta última fue la alternativa que reiteradamente propuse a los centros de criopreservación, atento el rechazo de éstos a brindar cualquier información concerniente a los progenitores (por razones que nunca he llegado a comprender).

 

            Sin identificación eficaz no podría existir control verdadero, y en consecuencia la finalidad buscada por la acción que promoviera, y por el fallo de 1999 que le hiciera lugar, dado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, y firme, no se lograría. Lo único que se conseguiría sería cerrar el expediente. Tal vez se tranquilizase alguna conciencia con este desenlace, y sin dudas resultaría digno de festejo por parte de los centros de criopreservación. Pero no sería, creo, un final feliz.

 

            Además, debe ser muy clara la inclusión de los ovocitos pronucleados en el convenio, en plena igualdad con los embriones, porque tales son la letra y el espíritu del fallo de la Cámara. La cifra de 1.400 que se baraja en estos días en los medios periodísticos, es exótica e imposible, y no resiste el menor análisis. Si fuese real, estaría indicando la posible destrucción de embriones u ovocitos pronucleados, o destinos peores aún...

 

            Tengo plena fe en la buena voluntad de los Dres. Dascal y Güiraldes, y en que ambos están movidos por la mejor de las intenciones en defensa de las personas congeladas. Sé que esta discusión es difícil, pero justamente por ello estimo que no deben buscarse falsas soluciones, aunque impliquen un resuello, sino sólo alternativas realmente protectoras de los ovocitos pronucleados y los embriones criopreservados, cueste lo que cueste, y haya que llegar a donde haya que llegar. Existen intereses económicos de por medio (la mayoría de los centros son sociedades comerciales con ánimo de lucro), y no escasos. Y miles de seres humanos cuya dignidad debe, imperiosamente, ser amparada por el Estado.

 

            Con un cordial saludo, y en espera de comentarios.

 

                                                                                                                     Ricardo D. Rabinovich-Berkman