CADA DêA ES UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE SER
FELIZ
Reflexiones de una joven que tuvo c‡ncer
Viviana
Karina Guzm‡n
Tengo
que admitir que en principio no sab’a que escribir y no sab’a si realmente
quer’a hacerlo.
Pero
decid’ que si lo har’a, lo tomar’a como un desaf’o,
y
luego solas empezaron a fluir las palabrasÉ
En
mi caso tengo que contar que en el a–o 2001 tuve un sarcoma de Ewing de partes blandas, el cual se ubicaba en mi antebrazo
derecho. Soy de Salta y tuve que ir a vivir a Buenos Aires para ser tratada en
el Hospital Italiano. Como sobreviviente de c‡ncer, luego de esta experiencia
considero que he tenido muy pocos problemas en lo que hace a la reinserci—n
social y m‡s aun dentro de mi entorno. Y en cuanto a continuar con la vida,
cuesta pero se puede.
Mi
reinserci—n en la sociedad no se si se podr’a llamarla as’ porque nunca me
sent’ fuera de la misma, pude haber tenido una realidad muy diferente al comœn
de la gente pero siempre formŽ parte de la misma, al igual que todas las
personas independientemente de su condici—n, por lo cual, por lo menos para mi
nunca fue un problema.
Sin
embargo vivo en Salta, una sociedad que en ese entonces era altamente
conservadora (actualmente no tanto, por suerte vamos evolucionando de a poco en
ser personas m‡s tolerantes y en tener una mente m‡s abierta) por lo que salir
a la calle sin cabellos provocaba que todos se dieran vuelta a mirar al Òbicho
raroÓ que caminaba por la calle. Tengo que se–alar que socialmente, apenas
terminŽ el tratamiento, no sŽ si tanto como discriminada pero si fui observada,
de una manera no muy amigable, por ni–os y adultos, debido a mi aspecto. Pero
debo admitir que en parte esta situaci—n Áme resultaba divertida! Siendo
totalmente sincera, jam‡s me import—, es m‡s, yo sent’a l‡stima por ellos que
no pod’an tener la capacidad de aceptar a las personas que luc’an diferente y
que no se pudieran dar cuenta que con ese comportamiento pod’an llegar a
lastimar a alguien.
Como
a toda adolescente de 15 a–os me gustaba mucho salir y recuerdo que siempre
sal’a s—lo con un pa–uelo en la cabeza, ten’a una peluca pero no me gustaba
usarla porque, a pesar que con ella parec’a ÒnormalÓ, "no me sent’a
yo". Jam‡s pensŽ en la opci—n de no salir de mi casa para que nadie me
viera, es m‡s, me parec’a que con m‡s raz—n ten’a que salir a mostrarme para
que las personas conocieran que exist’a esa realidad que era bastante ignorada.
Siempre
considerŽ que todos somos diferentes y nos tomamos las cosas de diferente
manera. Entonces, a pesar que a m’ no me importara ser observada podr’a haber
personas que estuvieran en mi situaci—n a las que s’ y ah’ era cuando me
preguntaba: Àpor quŽ una persona con c‡ncer o recientemente curada, con todo lo
que ya ten’a que padecer o que padeci— con la enfermedad, ten’a que sentirse
mal, observada o excluida de la sociedad? Y ah’ surg’a mi mayor incentivo para
salir a la calle, quer’a que todos supieran que existe esa realidad, porque
dolorosamente no era, ni ser’a la œnica que iba a pasar por esto.
Por
otro lado, considero que no tuve ningœn tipo de problema socialmente hablando
porque ya me eran suficientes los problemas que ten’a que soportar luego de
tener c‡ncer a nivel personal como para que encima me tuviera que importar lo
que dijeran o pensaran los dem‡s, m‡s aun teniendo en cuenta que no era algo
positivo.
Jam‡s
me molesto ni me molesta hablar sobre lo que fue mi enfermedad. Soy una persona
muy emp‡tica y cada vez que trato el tema suelo tomar la misma postura que la
otra persona al hablar sobre esto, es decir, si la otra persona se incomoda a
mi tambiŽn me resulta un poco inc—modo, si demuestra interŽs le cuento todo con
lujo de detalles y si no le interesa en lo m‡s m’nimo es el momento en el que
en el que cambio de tema. Por un lado, esta experiencia es algo que me gusta
compartir con la gente, me parece importante que se conozca esta realidad que
muchas personas a veces la sienten como muy lejana o desconocen totalmente la
cuesti—n. Todos escuchan hablar del c‡ncer pero muy pocos saben realmente en
quŽ consiste, c—mo se trata, y por todo lo que se debe pasar. Por otro lado, a
veces cuando me encuentro con personas que hablan sobre el c‡ncer no me gusta
decir que yo lo padec’ para que no tengan ningœn cuidado con lo que dicen y expresen
realmente quŽ es lo piensan. Me encanta saber quŽ es lo que verdaderamente
piensa la gente, y por mucho que me duelan algunos comentarios o ideas me
parece ampliamente enriquecedor saber c—mo perciben la tem‡tica personas a que
evidentemente no les ha tocado de cerca la experiencia. Tengo que admitir que a
veces esta œltima no es la mejor postura, y me es incre’ble, y bastante
doloroso, saber las barbaridades que pueden llegar a pensar y creer las
personas con respecto al c‡ncer y a las personas que lo padecen.
En
cuanto a mi entorno, de m‡s est‡ decir que con mi familia y amigos todo volvi—
a ser exactamente como antes sin ningœn tipo de problemas.
Recuerdo
que, mientras estaba en tratamiento luego de tres meses, tuve la oportunidad de
volver unos d’as a Salta, y naturalmente ver a mis seres queridos. A pesar que
los extra–aba, tengo que admitir que ellos me extra–aban m‡s y ten’an m‡s ganas
de verme. Yo recib’a un exceso de cari–o, por lo cual nunca me sent’ sola
durante todo el tratamiento, lo que ayudo demasiado a que me recuperara r‡pido
y estuviera bien. Cuando me vieron, jam‡s hicieron ninguna alusi—n respecto a
mi aspecto ni a todo lo que estaba pasando, es m‡s yo era quien bromeaba sobre
la cuesti—n y ellos s—lo me respond’an con una sonrisa. Sin embargo, recuerdo
que cuando me vieron mostraban en sus rostros una mezcla de una completa
felicidad de verme que estaba ÒbienÓ, o para ser sincera, en realidad estaban
felices de ver que todav’a segu’a viva, y, a pesar que no me lo dijeran, se que
tambiŽn les dol’a mucho verme as’, enferma.
Por
mi parte tuve la suerte de asistir a un colegio en el cu‡l, tanto los
directivos como los profesores y alumnos, no me extendieron una mano sino que me
dieron las dos. Jam‡s fui discriminada, burlada, ni tratada de un modo
diferente por nadie dentro de esta instituci—n. Cuando volv’ al colegio fue
como que nunca hubiese ocurrido nada y como si hubiese sido la misma alumna de
siempre y no la que tuvo que dejar el colegio para ir a vivir a Buenos Aires y
luchar contra el c‡ncer.
Durante
el tratamiento de mi enfermedad pude continuar con mis estudios gracias al
apoyo incondicional de mi querido colegio, que hizo todo lo posible para que
continœe estudiando y logre rendir los ex‡menes correspondientes para no perder
el a–o escolar. Sin embargo, a pesar de haber tenido que rendir todas las
materias de modo libre, una vez curada y reincorporada a clases, me fue muy
complicado volver a retomar el ritmo de estudio. En clases me sent’a bastante
perdida y no entend’a mucho las cosas que me ense–aban.
En
cuanto a c—mo continuar con la vida, como es sabido sea cual fuera el tipo de
c‡ncer que se ha padecido es un proceso complicado y que requiere de muchas
fuerzas y ganas de estar bien para poder salir adelante.
Pero,
me es inevitable preguntarme Àseguir con la vida normal? Àse puede? Ànormal en
relaci—n a quŽ? En mi caso, debo contar que todo Òmi problemitaÓ comenz— cuando
sencillamente me ten’an que operar de un supuesto lipoma en el antebrazo
derecho. Sin embargo, el d’a de la operaci—n tuve la desgracia que mi cirujano
fuera un negligente desalmado, quien al abrirme y ver que no era un lipoma
desapareciera y dejara que me haga todo el trabajo el cirujano pl‡stico, quien
solo se ten’a que encargar de la cicatriz.
Es
m‡s, el sujeto Áni para darme el alta apareci—! La œltima vez que vi a ese
hombre fue antes de entrar al quir—fano, luego nunca m‡s. ÁNi que Žl tuviera la
culpa de que yo tuviera c‡ncer! Por suerte, Dios no me dej— sola y puso a la
persona justa en el momento justo y la operaci—n fue un Žxito.
Recuerdo
que este individuo, quien supuestamente me iba a realizar la cirug’a, antes de
la misma me dijo: ÒTe operamos y a la tarde te vas a tu casa y segu’s con tu
vida normal como siempre.Ó Sin embargo, desde aquel 2 de mayo de 2001, sigo
esperando volver a mi casa y tener una vida normal...
No
obstante, para mi realidad llevo una vida totalmente ÒnormalÓ dentro de los
par‡metros de una persona curada de c‡ncer. Puedo realizar casi las mismas
cosas que pod’a hacer antes de mi enfermedad.
Y
viŽndolo desde una perspectiva totalmente positiva, esta experiencia me dejo
varias ense–anzas. Aprend’ a valorar mucho a la vida y a dar gracias por cada
momento vivido. Estoy eternamente agradecida por la segunda oportunidad que me
ha dado la vida. Mi manera de responder a esta bendici—n es llevando una vida
lo m‡s correcta y sana posible. Trato que todo lo que haga sea positivo y que
no lastime a nadie. He aprendido a mirar las cosas desde otra perspectiva, a no
preocuparme por cosas sin sentido o superfluas. El c‡ncer me hizo crecer
much’simo como persona, podr’a decir que gracias a Žste soy la persona que soy,
y estoy muy orgullosa y contenta de ser lo que soy. A pesar de todo el dolor
que me genera la experiencia, me agrada haber pasado por esto porque aprend’ a
respetarme ’ntegramente, a respetar a los dem‡s, a disfrutar de la vida, a
mantener firmes convicciones y a mirar el vaso medio lleno siempre, lo cual no
estoy segura de que lo hubiese logrado sin primero haber tocado fondo.
Por
otro lado debo indicar que mientras todo parec’a ser una vida nuevamente
normal, en mayo del 2009 (a ocho a–os de mi primera cirug’a) me toco volver a
pasar por el quir—fano, ten’a un nuevo tumor. Esta vez lo ten’a ubicado en la
u–a de mi dedo anular, por suerte s—lo fue un fibroma. Sin embargo,
an’micamente no me fue muy bien. Me produjo un dolor muy grande el tener que
volver a pasar por todo esto y no saber con quŽ resultados pod’a encontrarme.
No dejaba de pensar en eso, estaba muy triste.
La
verdad que fue muy devastador tener que volver a tener que operarme de un
tumor, adem‡s de tener en esos momentos problemas personales bastantes grandes
como cualquier persona.
Sin embargo, mientras una cree que no se puede estar peor, la vida siempre
te sorprende. Seis meses despuŽs vuelvo a pasar por el quir—fano y para no
perder la costumbre se trataba de mi tercer tumor, esta vez ubicado en mi pecho
izquierdo. Ya totalmente resignada tratŽ de no pensar en eso, en este momento
m‡s que nunca dije: Òque sea lo que Dios quieraÓ. Ya no quise hacerme mala
sangre, ni preocuparme, s—lo puedo decir que esperaba ansiosa los resultados de
la biopsia. Teniendo en cuenta mis antecedentes ten’a el 50% de posibilidades
de que fuera c‡ncer o no. Pero no me preocupŽ tanto, ya no ten’a fuerzas ni
ganas de nada. Y una vez m‡s la suerte estuvo de mi lado, s—lo era otro
fibroma.
Fueron
muy desagradables, al igual que la primera, estas œltimas operaciones pero por
lo menos me dieron una mayor tranquilidad y me permitieron seguir aprendiendo
del dolor. Y as’ me di cuenta que, as’ como dicen que Òno todo lo que
brilla es oroÓ, ahora para mi Òno todo lo que abulta es c‡ncerÓ.
Me
ha costado mucho, pero he aprendido a asumir que mi vida no es como las de las
dem‡s personas y que en mi caso es normal que tenga algunos problemas de salud.
Aprend’ a asumirlo y a tratar de no preocuparme tanto por eso, teniendo una
total resignaci—n. He aprendido a aceptar cada nueva situaci—n que me toca
vivir en la vida y tratar de tomarme las cosas de la mejor manera posible.
Conoc’ el verdadero dolor y no me gust—, conoc’ la profunda tristeza y no
quiero ser su amiga. Cada d’a es una nueva oportunidad de ser feliz, a veces se
lo logra y otras no, pero siempre vale la pena intentarlo.
No
obstante, puedo decir que tengo una vida maravillosa, y se que pase por lo que
tenga que pasar siempre va a valer la pena por un d’a m‡s de vida, porque la
vida es hermosa. Si me dieran la oportunidad de cambiar algo en mi vida, no
cambiar’a nada. La realidad es que la vida continœa, y como dice el Bordo (la
banda de rock) Òsi me toca morir quiero que sea as’ el para’so so–adoÓ.
Mientras,
seguirŽ viviendo felizmente con mi hermosa vida de color rosa.