LA DEFENSORÍA CONTRA LA DISCRIMINACIÓN

DEBIDA A LA INCLINACIÓN SEXUAL

por Javier Indalecio Barraza 

 

1. Algo de historia sobre los homosexuales y el reconocimiento de sus derechos.

El 1 de abril de 2000 se celebraron en Amsterdam las primeras uniones homosexuales legalmente reconocidas en Holanda. Del mismo modo, otros países han adoptado leyes al respecto, pero una perspectiva internacional permite comprobar que la tendencia a equiparar las parejas homosexuales al matrimonio es actualmente minoritaria.

En septiembre de 1999, el Parlamento holandés aprobó una ley que permite que las uniones homosexuales adopten la condición jurídica de matrimonio, otorgándoles los derechos que la institución matrimonial lleva consigo, incluida la adopción de niños (pero solo holandeses). La reciente formalización de las primeras uniones homosexuales en Holanda responde a esta ley.

En 1989, Dinamarca fue el primer país en legalizar las uniones homosexuales. La ley danesa fue la inspiradora de la regulación de países vecinos, como Suecia y Noruega, que se sumaron al modelo danés en 1993 y 1994, respectivamente. En Suecia se creó en 1999 el “Homosex-ombudsman” (defensor del homosexual), institución que, según parece, vino a responder al rechazo que la homosexualidad despierta en el país. Por su parte, Finlandia e Islandia no han adoptado normas jurídicas al respecto, después de un intenso debate entre los distintos grupos políticos. Ninguno de los países nórdicos reconoce a las parejas homosexuales el derecho de adoptar niños.

Bélgica abrió a las parejas de homosexuales los registros habilitados en los ayuntamientos para las parejas de hecho. Dicha inscripción confiere derechos en materia de prestaciones de la seguridad Social.

Por su parte, la legislación británica no considera de modo específico a los homosexuales, que tienen por tanto idénticos derechos a los de cualquier ciudadano. No parece que puedan introducirse cambios significativos, ya que sólo el minoritario partido liberal-demócrata defiende la creación de un registro para parejas de hecho (que no gozan de reconocimiento jurídico en Gran Bretaña).

El Pacto Civil de Solidaridad que se aprobó en Francia en 1998, es un contrato de convivencia para parejas de cualquier clase, homosexuales o no, así como las que no tienen nada que ver con la relación sexual.

El citado Pacto tiene efectos fiscales y administrativos, y tiene incidencia en cuanto a  derechos patrimoniales y sucesorios. Sin embargo, las uniones así constituidas no se equiparan de ningún modo al matrimonio, ni tampoco pueden adoptar niños.

En Italia no existe una ley que regule lo relativo a las parejas de hecho, aunque hubo algunas iniciativas legislativas que no han prosperado.

En Alemania, el canciller Schröder no ha dado cumplimiento a una de las condiciones del pacto electoral que firmaron socialdemócratas y verdes, por el que el gobierno de coalición sometería al Parlamento, en el curso del año 2000, un proyecto de ley que otorgase reconocimiento legal a las uniones homosexuales, equiparándolo prácticamente con el matrimonio.

Hasta el momento, Hamburgo es el único Estado alemán que ha establecido –en 1999– un registro para uniones homosexuales, pero la inscripción no otorga derecho alguno.

En Estados Unidos, son 11 los Estados que han legislado para impedir la discriminación por motivos de orientación sexual. Pero sólo Vermont ha dictado normas que reconocen jurídicamente las parejas homosexuales.

 

2. La Defensoría contra la Discriminación por Inclinación Sexual en Suecia.

El 1° de mayo de 1999 se creó en Suecia una nueva forma de Ombudsman: la Defensoría contra la discriminación por inclinación sexual (en sueco abreviado HomO).

Cabe señalar que hasta 1979 la homosexualidad en ese país era considerada oficialmente una enfermedad mental, y 15 años más tarde fue uno de los primeros países en autorizar el matrimonio civil de las parejas gays y lesbianas.

Fue designado para ocupar el cargo, Hans Ytterberg, quien presidió durante 10 años la  Federación Sueca para la Igualdad Sexual de Derechos (RFSL), entidad que tiene a su cargo las campañas contra los prejuicios manifiestos o latentes, y puede llevar ante la justicia a los patrones que discriminen a sus empleados por su orientación sexual.

También, cabe poner de relieve que Ytterberg, se desempeñaba como asesor jurídico en el Ministerio de Justicia, y días después del terrible atentado en un bar gay de Londres, señaló que ese tipo de sucesos "podría ocurrir también en Suecia".

También destacaba el referido jurista que al menos 27 hombres y mujeres han sido asesinados en Suecia en los últimos 12 años a causa de su homosexualidad real o supuesta.

Por otra parte, datos que surgen de la sueca Federación Nacional de Gays y Lesbianas (RFSL, por sus siglas en sueco) revelan que muchos de los responsables son neonazis. "El atentado de Londres debería abrir los ojos a los políticos", afirma Ytterberg. El parlamento sueco no se decide a modificar la Constitución del país a fin de incluir como delito "la incitación a la agresión y el odio contra los homosexuales". El tema es muy sensible, supone una restricción a la sacrosanta libertad de expresión, que hace de Suecia uno de los centros mundiales de producción de material racista, o del llamado "Poder Blanco".

 

3. El objetivo del nuevo organismo

Este flamante organismo, tiene por objeto asegurar el cumplimiento de la nueva ley contra la discriminación por esos conceptos, en el mundo del trabajo.

Cabe recordar que la citada Ley encarga asimismo a la Defensoría supervisar ese tipo de discriminación en otros campos de la vida pública. En relación con esa nueva normativa, fueron aprobadas otras más contra la discriminación en los centros de trabajo y en el mercado laboral por motivos étnicos o de discapacidad. Con anterioridad, ya existían las Defensorías de los discapacitados y contra la discriminación étnica.

También la Defensoría debe supervisar el cumplimiento de la ley en la vida pública, así como promover y apoyar procesos legales ante los tribunales.

Tiene asimismo el importante papel de influir en la opinión pública y proporcionar consejos en relación con la Ley Contra la Discriminación. Así pues, no es sólo en las salas de justicia, sino en el ámbito público donde actúa el nuevo Defensor contra la Discriminación por Orientación Sexual.

Sus esfuerzos ya han tenido efecto, pues el Gobierno se ha comprometido a revisar las normas que regulan las pensiones del Estado. Se ha visto que la regulación actual discrimina a las parejas homosexuales.

Una de las preguntas que cabe formularse es la siguiente: ¿Es conveniente una Defensoría de este tipo? Según el informe oficial Estudio de la discriminación en el centro de trabajo debida a la inclinación sexual (SOU 1997:175), la nueva Defensoría es muy necesaria. Las actitudes respecto a la homosexualidad han cambiado de forma espectacular en los últimos veinte años, dándose una creciente aceptación de ella como legítima expresión de sexualidad. Sin embargo, se advierte la discriminación tanto contra los homosexuales como contra los bisexuales en el trabajo.

El hecho de que algunos empleadores sigan evitando dar trabajo a personas abiertamente homosexuales o lesbianas, es señal no sólo de tendencias homofóbicas, sino también de un temor a conflictos en el ámbito laboral. En virtud de la nueva ley, tales hechos serían ahora vistos como casos claros de discriminación y, por tanto, quedarían abiertos a procesamiento. Ya en 1987, el Código Penal sueco incluyó una ley contra la discriminación debida a la inclinación por el mismo sexo. Sin embargo, esa ley no supervisa la relación entre empleador y empleado.

Todos los partidos políticos con representación parlamentaria están de acuerdo en la necesidad de un instrumento legal contra la discriminación en el centro de trabajo por la inclinación sexual. Los partidos, que con anterioridad habían mostrado su escepticismo, o incluso su oposición, ante la "Ley de Relaciones Registradas", no se opusieron en modo alguno a la nueva ley contra la discriminación. Las reservas aducidas indicaron simplemente que la cuestión requería ser revisada más en profundidad y que todo el conjunto de leyes contra diversos tipos de discriminación debía realmente ser mejor coordinada. El nuevo instrumento legal parece ser indicativo de la creciente seguridad política en sí mismas de personas que se identifican como homosexuales y bisexuales.

El hecho de que individuos transexuales no queden cubiertos por la nueva ley parece sorprendente, dada la gran atención que ha recibido en Suecia en los últimos años la teoría "queer", tanto en círculos académicos como en el seno de la comunidad gay y lesbiana. En su análisis de la sexualidad y sus desviaciones, esa teoría destaca a los transexuales como categoría clave. Los autores de la legislación actual han motivado la exclusión de individuos transexuales definiendo la transexualidad como una cuestión de clasificación de género más que de inclinación sexual.

Entonces, ¿por qué la legislación sueca ha dado tanto énfasis a la inclusión de homosexuales y lesbianas en la sociedad en general? Una serie de acontecimientos históricos ha contribuido al hecho de que Suecia, junto con los demás países nórdicos, haya abierto camino en la legislación en este campo.

En el referido país escandinavo, los actos homosexuales estuvieron prohibidos por ley durante el período de 1864-1944. Aunque aquella legislación incluía, por definición, a las mujeres, sólo diez de ellas fueron procesadas, mientras que, durante el mismo período, fueron llevados a los tribunales más de dos mil hombres. Los defensores de la despenalización resaltaron constantemente lo poco razonable que era sancionar a esas personas por hacer lo que, para ellas, era lo más natural.

Otros, sin embargo, aunque aceptando implícitamente la prohibición de la sociedad, consideraban que, en lugar de ello, debía intentarse "curar" a los homosexuales. Cuando se produjo finalmente la despenalización, el período que siguió a duras penas puede decirse que fuera de mayor tolerancia. La edad de consentimiento era mayor para las relaciones homosexuales que para las heterosexuales, y, en parte para proteger a la sociedad de "manifestaciones antisociales de homosexualidad", se elaboró y aprobó una ley sobre castración voluntaria en relación con dicha despenalización. En realidad, la década de 1950 se caracterizó en Suecia por la misma indignación moral contra la homosexualidad que afectó a otros muchos países occidentales. Una amplia campaña en los medios de comunicación pintó a los gays no sólo como una amenaza para la juventud sueca y una afrenta al sentido público de decencia, sino, lo que es aún más, sostuvo que representaban una amenaza para el tejido social y para el proceso democrático. Aquella campaña fue realizada tanto en la prensa conservadora como en los medios izquierdistas. Especialmente estos últimos tendían en su mayor parte a ver conspiraciones y camarillas entre los homosexuales involucrados en la vida pública.

Las actitudes públicas respecto al sexo y la sexualidad cambiaron radicalmente en la década de 1960. La píldora anticonceptiva quedó a disposición de la gente, se fomentó el "amor libre", se hizo más permisiva la legislación contra la pornografía, y la película de Vilgot Sjöman, Soy curioso, amarillo, envió ondas de choque por todo el mundo. Sin embargo, no fue hasta la década siguiente, en los años de 1970, cuando se produjo el verdadero avance de los derechos de gays y lesbianas en Suecia. Ya en 1973, el Partido de Izquierda-Los Comunistas presentó una moción en el Riksdag pidiendo que las relaciones homosexuales y colectivas entre varias personas fueran reconocidas por ley. Una comisión parlamentaria escribió en sus comentarios a dicha moción (aunque denegando su aprobación) que, "desde una perspectiva pública, la cohabitación de dos personas del mismo sexo es una forma de vida completamente aceptable". Cabe preguntarse si los miembros de aquella comisión pudieron prever los efectos a largo plazo de aquellas palabras. La declaración de la comisión fue aprobada sin debate en el Riksdag, y esa misma cita ha sido usada constantemente como punto de fuerza en la batalla por la igualdad de derechos de las parejas del mismo sexo. Dado que el Riksdag había aprobado tal declaración, ¿cómo se podía justificar una legislación discriminatoria?

Desde el cambio de la legislación en 1944, la edad de consentimiento para actos sexuales ha sido más alta para los homosexuales que para los heterosexuales. Si bien la realización de actos heterosexuales con menores de 15 años era un delito punible, la edad correspondiente para los actos homosexuales era de 18 años. Esa disparidad duró hasta 1978, año en que un movimiento de liberación gay y lesbiano, cada vez más ruidoso, consiguió finalmente un cambio en la legislación. Puede decirse que ese cambio marcó el final de un largo período de ajuste, según el cual la homosexualidad ya no era considerada principalmente como una enfermedad, sino más bien como una expresión alternativa de sexualidad.

No obstante, la homosexualidad siguió siendo clasificada como una "enfermedad" en las estadísticas de salud pública hasta 1979. En un intento de probar esa clasificación anómala, algunos homosexuales trataron de solicitar la compensación del subsidio de enfermedad por verse "aquejados" de homosexualidad. Sus solicitudes fueron denegadas.

En 1979, un grupo de jóvenes activistas homosexuales ocupó la sede de la Dirección Nacional de Sanidad y Bienestar Social, llamando así la atención sobre las prácticas discriminatorias de dicho organismo. Su directora general, Barbro Westerholm, recientemente nombrada e inconsciente de la situación que había dado lugar a aquella protesta, prometió intentar cambiarla. Posteriormente ha dicho que aquella experiencia, de lesbianas y gays jóvenes enojadas bloqueando su oficina, la afectó tanto que, después, pasó a ser una de las personas más comprometidas en acabar con la discriminación contra homosexuales.

Una vez abolida la etiqueta de "enfermedad" y enmendada la legislación discriminatoria que definía la edad legal de consentimiento, se inició la labor de crear una protección legal para gays y lesbianas. El punto de partida de esos esfuerzos fue un estudio de patrocinio estatal, iniciado en 1978. Sus resultados, publicados en 1984, implicaron una revisión profunda de las condiciones que rigen para la homosexualidad en la sociedad sueca. Incluyó unos antecedentes históricos, un estudio sociológico, así como argumentos legales y sociológicos a favor de diversas medidas legales (SOU 1984:63).

Las recomendaciones del estudio dieron por resultado leyes que entraron en vigor en 1987 y 1988, entre ellas, una que regula la cohabitación homosexual. Durante el mismo período se encargó a la Dirección Nacional de Sanidad y Bienestar Social para que actuara a fin de eliminar los prejuicios restantes contra homosexuales y lesbianas. Uno de los resultados más importantes del movimiento en pro de los derechos de los gays en la década de 1970 fue que sus esfuerzos fueran vinculados a los del exitoso movimiento feminista de la misma época. Por una parte, ello aumentó la eficacia del movimiento por los derechos de homosexuales, haciendo más visible, al mismo tiempo, el movimiento de lesbianas. La legislación y la práctica discriminatoria respecto a cuestiones tales como el derecho a adoptar y los derechos legales de parejas del mismo sexo en cohabitación se vio entonces que afectaban a las parejas lesbianas exactamente igual que a las parejas gays.

A pesar de los cambios en la legislación, la opinión pública siguió vilipendiando a los homosexuales durante aquel período. El mismo año en que se aprobaron las leyes que legitimaron la cohabitación homosexual, surgió también otra contra los "clubes de saunas".

La nueva ley, prohibía la apertura o explotación de establecimientos en los que se permitieran y/o fomentaran actividades sexuales. Esa norma fue sancionada  como reacción ante la clamorosa protesta pública contra los clubes incontrolados, que eran vistos como semilleros potenciales del Sida.

Al mismo tiempo, se procedió a enmendar la legislación reguladora del control de enfermedades, con el fin de permitir la internación de personas positivas del HIV, si la Oficina de Control de Enfermedades consideraba que era probable que una persona no hiciera caso de las instrucciones relativas a prácticas sexuales seguras.

Todas esas leyes dieron a Suecia una mala reputación a nivel internacional. Se señaló que el único país con una legislación tan represiva sobre el Sida fue Sudáfrica durante el régimen de segregación racial. La contradictoria legislación sueca fomentaba los actos homosexuales al reafirmar el efecto social positivo de las relaciones en parejas del mismo sexo, al mismo tiempo que restringía esos actos con leyes que inhibían las relaciones sexuales anónimas y limitaban asimismo duramente los derechos civiles de personas positivas al VIH.

En aquel período se vio que las medidas adoptadas para la integración de las parejas homosexuales en la sociedad, eran insuficientes. Eso se refería en especial a la ley reguladora de la cohabitación homosexual, que, en realidad, constaba solamente de una lista de algunos de los privilegios y las obligaciones referentes tanto a parejas homosexuales como a heterosexuales en cohabitación. Con la mera ampliación de los derechos de heterosexuales a sus contrapartidas homosexuales, se pasó por alto la situación única de este último grupo. Por ese motivo, siguió, y sigue, habiendo muchas diferencias entre los derechos legalmente garantizados a las parejas homosexuales en cohabitación y los garantizados a las parejas heterosexuales. Así, por ejemplo, una regulación dispone que una mujer tiene que formar parte de una relación heterosexual para poder ser objeto de inseminación artificial. El resultado ha sido que las parejas lesbianas no tengan derecho legal a quedar embarazadas usando ese método.

A los pocos años de la aprobación en Suecia de las leyes sobre los "clubes de saunas" y sobre el internamiento, Dinamarca se convirtió en el primer país que reconoció por completo los derechos de homosexuales en cohabitación al establecer una forma especial de matrimonio civil para parejas gays y lesbianas, la denominada oficialmente "relación registrada". Una vez que Dinamarca hubo mostrado el camino a seguir, la relación registrada se convirtió también en Suecia en objeto de debate público. En 1994, a pesar de la oposición de conservadores y democristianos, se aprobó finalmente en el Riksdag una ley que regulaba el estatus de relación registrada. Además de la ampliación de los derechos legales a las parejas homosexuales, el nuevo instrumento legal expone claramente que "el registro sólo puede realizarse si por lo menos una de las partes es ciudadana sueca y está domiciliada en Suecia". El 2 de enero de 1995 contrajeron matrimonio civil las primeras parejas homosexuales en Östersund, una pequeña ciudad del norte del país.

El proceso, que comenzó en 1944 con la despenalización de actos homosexuales y que fue seguido por la Ley de Relaciones Registradas, de 1995, culminó con la creación de la Defensoría contra la discriminación debida a la inclinación sexual. Esa evolución indica claramente un cambio de gran alcance en las actitudes imperantes entre los políticos y el público. ¿Qué es lo que ha producido ese cambio?

Se puede decir que los cambios en la legislación pública van precedidos generalmente de las correspondientes modificaciones en las actitudes públicas. Por supuesto que hay que ser consciente de que la ley en sí y por sí misma, y el precedente legal que se acumula como resultado de su uso, actúan por lo regular conjuntamente influyendo en las actitudes existentes en la sociedad. Sin embargo, a la hora de lograr la aceptación general de las relaciones homosexuales y lesbianas, ha tenido una mayor importancia el hecho de que hayan cambiado las actitudes de los medios de comunicación y de que gays y lesbianas hayan dado a conocer de forma más abierta su inclinación sexual. Los "homosexuales célebres" han tenido, sin duda, un efecto más importante en las actitudes actuales que ninguna ley o norma.

Por último, lo que aporta la explicación más lógica de la creciente tolerancia respecto a la homosexualidad es la labor persistente del movimiento a favor de los derechos de gays y lesbianas. Entre ellos, son cada vez más, y no sólo celebridades, los que se atreven ahora a mostrar abiertamente su inclinación sexual y a seguir un estilo de vida diferente del de la mayoría heterosexual. Las actitudes públicas más permisivas quedan de manifiesto en las estadísticas, que muestran crecientes números de "parejas registradas". Un estudio realizado en 1998 indicaba la existencia de 1.015 hombres y 481 mujeres conforme al nuevo estatus de "relación registrada" (en esas estadísticas sólo se incluyen residentes de Suecia, de ahí los números impares). Así pues, la figura de la relación registrada ha dado a las parejas de gays y lesbianas un principio de legitimidad social y legal. Sin embargo, la Iglesia de Suecia no tolera aún que ese estatus civil se refleje en un rito religioso, permitiendo únicamente que sus ministros impartan una bendición informal, no eclesiástica, a la ceremonia civil.

No obstante, si bien es cierto que la sociedad sueca se ha vuelto más tolerante, existe también la esperanza creciente de que los homosexuales vivan en relaciones monógamas de pareja. Los actos sexuales anónimos en parques públicos no son nada que el público en general considere adecuado, y la legislación refleja, por supuesto, tal actitud. Esa "normalización" del estilo de vida de gays y lesbianas es deplorada por muchos activistas homosexuales, que aducen que las relaciones sexuales múltiples y el comportamiento sexual poco ortodoxo forman parte de su cultura. A pesar de todo, la opinión general parece exigir la monogamia, aunque, a los ojos de la mayoría de la gente, aún no ha llegado el momento oportuno para que las parejas homosexuales puedan adoptar hijos. Según un estudio reciente, sólo un 30% estaban a favor de permitir la adopción por parte de las parejas de gays y lesbianas, y nada menos que un 58% estaban en contra de tales adopciones. En abril de 1999 se nombró una comisión parlamentaria encargada de examinar el tema de los niños criados en familias homosexuales.

A medida que la homosexualidad ha pasado a formar parte más visible de la vida pública, un resultado funesto ha sido el aumento de actos violentos y de delitos de odio contra homosexuales entre ciertos grupos. La tesis de la criminalista Eva Tiby (¿Delitos de odio? Historias de persecución de mujeres y hombres homosexuales, Estocolmo, 1999), muestra que un gran porcentaje de homosexuales en Suecia -tanto lesbianas como gays- han sido víctimas de tales delitos, o tienen miedo de serlo. Estudios realizados muestran asimismo que la discriminación contra gays y lesbianas en los centros de trabajo sigue siendo frecuente.

La forma de hacer frente a esas tendencias más negativas será, de verdad, una prueba rigurosa de la eficacia de la nueva Defensoría contra la discriminación debida a la inclinación sexual. Sin embargo, aún es demasiado pronto para decir cuál será la importancia de ese nuevo organismo para la situación de gays y lesbianas en Suecia, y sólo el futuro nos dirá en qué medida se ha aplicado la ley contra la discriminación de esas personas.

Jens Rydström es doctorando por el Departamento de Historia de la Universidad de Estocolmo y trabaja actualmente en su tesis doctoral que lleva el título de trabajo: Normalidad nórdica: homosexualidad masculina en el Estado sueco del bienestar emergente, 1880-1950[-1].

 

 

4. OPINIÓN EN CONTRA DEL OMBUDSMAN POR ORIENTACIÓN SEXUAL

 

Prima facie, podría parecer que la sociedad europea actual es pluralista y tolerante respecto de la Europa de entreguerras. De hecho, se puede advertir que se han adoptado instituciones como el Ombudsman para la defensa de las personas por su orientación  sexual.

Asimismo, el discurso oficial pone de manifiesto que nadie está en posesión de la verdad, y también se afirma que el pueblo es lo suficientemente maduro para llegar a sus propias conclusiones respecto de las inclinaciones sexuales. Juntamente con ese clima democrático de tolerancia y de respecto, se advierte que algunas minorías aspiran a imponer a todos sus ideas, y en ese temperamento, hasta se busca censurar las voces discrepantes y, lo que es más penoso aún, se intenta rescribir la historia.

En ese contar de nuevo la historia, cabe poner de relieve que hasta se proponen rescribir obras consagradas. Un intento censor de este estilo ha provocado la polémica en Inglaterra. Para celebrar el 80 aniversario de Guillermo, el popular personaje creado por Richmal Crompton, cuyos relatos están traducidos a 17 lenguas, la editorial Macmillan va a hacer un lanzamiento especial de 20 libros con cubiertas facsimilares e ilustraciones originales. Pero el subversivo Guillermo, enemigo de los adultos y desdeñoso de las chicas, que se rebelaba contra las convenciones sociales, ha encontrado más oposición entre los bienpensantes de hoy que entre los de su época de nacimiento. La Liga Nacional para la Defensa de los Perros y unos cuantos intelectuales han pedido que se expurguen las historias de Guillermo para limpiarlas de lo que consideran "inapropiado", nuevo nombre para lo escandaloso.

Le reprochan sus escasos escrúpulos con los animales, como pintar de colores a un fox terrier, azuzar a su perro Jumble contra ovejas y ratas, o ponerle a luchar con otros congéneres. Dicen que "ha habido cambios en los usos sociales y que los lectores de hoy consideran inaceptables la crueldad o los malos tratos, sobre todo como diversión".

Es típica esta treta de hablar en nombre de "la gente", en vez de hablar en nombre propio. Guillermo y su banda de "los proscritos" no son, ciertamente, un modelo de niños "políticamente correctos", respetuosos con los animales, igualitarios con las chicas y tolerantes con sus adversarios. Pero los niños de 11 años nunca han sido políticamente correctos. Y en eso reside la gracia de Guillermo, que ha divertido a lectores de distintas generaciones y países.

Otras veces el modo de hacer triunfar el punto de vista de una minoría es retirar un asunto del debate, proscribiendo la opinión contraria. Así se está actuando contra quienes consideran criticable, por los motivos que sea, que se dé dimisión pública a la conducta homosexual. En muchos casos ya no se trata sólo de que nadie persiga a los homosexuales, sino de implantar una especie de "macarthysmo" contra los que rechazan la homosexualidad. Si los homosexuales mantuvieran sus tendencias íntimas en el estricto ámbito privado –como la gran mayoría de los heterosexuales- no serían objeto de discriminación. No creo que el derecho a satisfacer el deseo sexual propio deba ser algo en que se meta el Estado. Si uno dice que es maricón y el vecino siente un cierto repeluco. Las cosas siempre funcionan mejor cuando el Estado permanece ajeno. Sin embargo, en Suecia se acaba de aprobar una ley que prohíbe la discriminación de los homosexuales en la vida laboral. Al mismo tiempo se ha creado un "ombudsman" –defensor del pueblo- especial para los homosexuales, con el cometido de impulsar la aplicación de la ley y con facultades para llevar cualquier caso contencioso ante el Tribunal del Trabajo. Para el cargo de Homo Ombudsman se ha nombrado a un conocido jurista homosexual, directivo de la asociación por la Igualdad de Derechos Sexuales (¿qué diríamos si como presidente de la Junta Electoral se nombrara a un dirigente de uno de los partidos?).

Es paradójico que, mientras se dice que los homosexuales son tan normales como los demás, se tienda a hacer leyes específicas para ellos, lo cual es otra forma de "discriminarlos", es decir, de darles un trato especial. Ciertamente, es de justicia evitar la discriminación en el trabajo por motivos extra-laborales. Pero eso vale para los homosexuales y para cualquier otra persona. Si se trata de evitar cualquier discriminación por "orientación sexual", habría que crear un "ombudsman" también para los adúlteros, que es una orientación sexual como cualquier otra. Y si se trata de crear una protección especial contra los más expuestos a sufrir discriminación laboral, ¿por qué no crear también defensores especiales para los inmigrantes, para los trabajadores mayores expuestos a la prejubilación, para las mujeres? Ya se trate de rescribir el pasado o de condicionar las opiniones del futuro, en este tipo de acciones asoma la intolerancia de las nuevas "ligas de decencia", que intentan imponer su propia ortodoxia...