LIPSTADT, Deborah

 


 
   DENYING

 

THE HOLOCAUST

 

The Growing Assault

 

on Truth

 

and Memory

 

 

N. York, Plume, 1994, 278p

 

Negando el Holocausto: el creciente ataque a la verdad y a la memoria”. Cuando este libro de la catedrática de la Universidad de Emory, Atlanta, Estados Unidos de Norteamérica, hizo su aparición, hace ya más de una década, generó un revuelo de todas las partes. En los círculos simpáticos al nazismo, que los hay, despertó regueros de insultos y diatribas. En sectores judaicos, cierto reproche, por lo menos al principio, porque se pensaba que tomar las posturas negadoras del Holocausto, y hacerlas objeto de una monografía científica seria de investigación, implicaba conferirles un respeto que no merecen.

La propia autora se preguntó, en el prólogo de esta impactante obra, si realmente no serían de contemplar esas observaciones. Ella, ciertamente, no concede a los "negadores" ni un mínimo de respeto científico. Y la verdad, aunque pueda molestar, es que no lo merecen. Sus posturas son tan excéntricas y disparatadas como las de quienes (amigos de los nazis también, en general), buscaron negar el judaísmo de Jesús, o predicaron (anda un libro ahora en venta en ese sentido) que la Virgen María había sido una sacerdotisa y prostituta (me tiembla la mano de sólo escribir esto) proveniente de Persia. Una cosa es el respeto humano. Ése, lo merecen todos. Otra, muy otra, es el respeto científico. Éste último, a los que peroran estupideces, aunque se disfracen de investigadores (mal, porque les sale el lobo bajo la piel de oveja), no les cabe.

Pero Lipstadt siguió adelante, y dio a luz un producto concluyente. Este próximo mes de abril, el día 8, se evoca al Holocausto, en su Día Internacional de Conmemoración. Por la Shoáh misma, y por todas las otras matanzas que la han seguido, y por todos los rebrotes de racismo, xenofobia, discriminación étnica, persecución religiosa, y plagas semejantes, es importante como nunca que, en este portal del nuevo milenio, no dejemos de recordar ese horror incomparable que, como bien dice esta autora, es tan impensable en su salvajismo, que esa descomunalidad acaba resultando la mejor aliada de quienes tozuda y malignamente lo deniegan. Por eso, a pesar de la década pasada desde la aparición de esta joya, hemos querido comentarla. Esperamos, además, su pronta traducción al castellano, porque mucho bien ella haría al público hispanoparlante.

Quien bastardee el Holocausto, no sólo ensucia el recuerdo de los millones de judíos masacrados. También injuria a los miles de sacerdotes cristianos (predominantemente católicos) asesinados, a la infinidad de hombres y mujeres no israelitas muertos en los campos de exterminio (prisioneros políticos, perseguidos, "amigos de los judíos", y hasta los mil doscientos chicos y chicas del "movimiento swing", internados fatalmente en Moringen). También insulta la sagrada memoria de San Maximiliano Kolbe, el heroico franciscano liquidado en Auschwitz con una inyección de ácido fénico, y de Santa Edith Stein (sor Teresa Benedicta de la Cruz, monja carmelita gaseada en Birkenau). El Holocausto no fue sólo una inconmensurable desgracia judaica: fue una catástrofe de la Humanidad toda.

Tras citar La peste de Albert Camus, dice Deborah Lipstadt con agudeza: “En la década de 1930, las ratas del nazismo desparramaron una violenta forma de antisemitismo, que resultó en la destrucción de millones de personas. Hoy, el bacilo llevado por aquellas ratas amenaza con matar por segunda vez a aquellos que ya murieron a manos de los nazis, borrando la memoria del mundo acerca de ellos. Uno no puede más que especular acerca de la forma que tendrá la siguiente mutación de este bacilo. Todos aquellos que valoran la verdad, particularmente aquellas verdades sometidas al ataque de la plaga del odio, deben permanecer vigilantes siempre. El bacilo del prejuicio es tenaz en exceso, y la verdad y la memoria, excesivamente frágiles”. R.D.R.-B.

 

 

 

Revista del Instituto Nacional

de Investigaciones Históricas

Juan Manuel de Rosas N° 65

 

Buenos Aires,  2003.

 

 

 

 

 

Como siempre, este nuevo número de la Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, ofrece un numeroso, variado y calificado conjunto de monografías sobre aspectos históricos de nuestro país. La mayoría de ellos relativos al desarrollo de la Confederación Argentina. Algunas referidas a otras épocas, o al menos de interés para quienes se ocupan de estos temas.

En la imposibilidad de efectuar un análisis de tan ingente producción, nos limitaremos a reseñar aquellos trabajos de mayor interés para la historia argentina. Alberto González Arzac, estudioso serio y de gran producción, nos presenta un artículo muy sugestivo Rosas y el Constitucionalismo.

En un minucioso análisis el autor, destaca la creación de la cátedra de Derecho Público para enseñar el Pacto Federal de 1831 y las constituciones provinciales vigentes en el país, advirtiendo el error en que incurrieron quienes sostenían la creencia de que Juan Manuel de Rosas careció de ilustración política y constitucional. Fermín Chávez da a conocer un interesante artículo Rosas educador, donde señala el interés del Restaurador desde su juventud por la enseñanza, aportando una lista de tesis doctorales en el período 1835-1852. Otras plumas muy prestigiosas y muy conocidas del lector, colaboran en este número. Jorge O. Canido, Roberto Fernández Cistac, Mario J. Silveira, entre otros. Jorge Oscar Canido visualiza el debate histórico desarrollado en la Legislatura porteña en torno al proyecto de cambiarle el nombre a tres cuadras de la Avenida Sarmiento en pleno Parque Tres de Febrero. Recuerda este autor las denominaciones que resaltan el resentimiento y la revancha contra Rosas y los Federales: Parque Tres de Febrero, Calle Tres de Febrero, Avenida Caseros, etc.

El Tratado Arana-Mandeville de 1839, por Roberto Fernández Cistac, Académico de Número del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y distinguido jurista, se ocupa de uno de los más grandes triunfos logrados por un país hispanoamericano frente a las potencias mundiales. Otro trabajo que enfoca aspectos pocos habituales es La comida en la época de la Confederación, su autor, Mario J. Silveira, miembro del Centro de Arqueología Urbana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, señala los cambios abismales de los insumos y comidas de aquellas primeras décadas del siglo XIX con la actualidad. Sandro F. Olaza Pallero