19 de junio del 2004  

 

Señor Director:

 

Es lamentable ver cómo funcionarios judiciales ejercen el poder que les otorga el estado, avasallando los derechos legítimos de las víctimas a participar del juicio. La insensibilidad que muestran frente a los padres y familiares de la víctima o de otras víctimas que se solidarizan en el dolor, los acompañan para aliviar el llanto y ser sostén en ese trago amargo que hoy representan la mayoría de los juicios orales donde se supone surgirá la verdad y la justicia sancionará a los responsables, en este caso, de homicidio.

El juicio se llevó a cabo esta semana en Tribunales de San Isidro, en el Tribunal en lo Criminal Nº 3, contra Norberto Adelmo Gallo, sgto. de la 1ª de San Fernando por el asesinato de Gustavo Luna en Bancalari el 29 de septiembre de 2002; la sentencia por secretaría fue, en fallo dividido, de absolución; el fiscal había pedido tres años por exceso en legítima defensa. Los papás de Gustavo Luna, junto a familiares de otras víctimas y el Dr. Marcelo Ávila de la Secretaria de Derechos Humanos de la Provincia, nos encontrábamos desde las dos de la tarde en el pasillo del tribunal; también estaban allí los familiares y abogados del procesado. Estos últimos, pasadas las 17 horas, fueron los únicos que entraron a la sala, la puerta fue cerrada en nuestras narices y con asombro varios minutos después, los vemos abandonar el tribunal riéndose. Golpeamos la puerta un par de veces y se nos informa de la resolución por secretaría. Llama la atención que el fiscal de juicio no estuviera presente en la sala.

Esto nos lleva a reflexionar sobre algunas actitudes en el ámbito judicial:

 

q       Es una molestia la presencia de público en el debate, alegato y sentencia. Algunos parecen olvidar que los juicios son orales y públicos.
q       Los testigos no reciben el mismo tratamiento respetuoso.
q       La falta de humanidad y respeto que se observa ante el dolor del otro.
q       La ruindad de recurrir a la mentira y al descrédito de las víctimas como recurso de defensa.
q       El desprecio a la vida que se muestra al no sancionar al responsable de un homicidio. Pues también estamos impidiendo a esa persona recapacitar sobre sus actos para no volver a producirlos.
q       La desconsideración manifiesta y discriminación a las personas humildes, con escasos conocimientos, con un patrocinio ausente, ahorrando al erario público el “dispendio” de recursos en estos ciudadanos de segunda que no reclaman porque no tienen cómo hacer respetar los derechos que les son negados con indiferencia y sin pestañear.

 

Deseamos de todo corazón que el fiscal apele a casación, y con la aparición de nuevos testigos,  se llegue a la verdad y la justicia cumpla su cometido en un nuevo juicio.

 

Raquel Witis (mamá de Mariano Witis)

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