Carta a mi hijo

¡ Sergio !

 

"A mi querido hijo Sergio:
adonde yo  vaya,

irás conmigo,
más lejos no has de ir
que el pensamiento,

y en él estás y él contigo. ¡ hijo !:
te llevo dentro de mí corazón,

de mis entrañas y de mi sangre,
y en ella fluyes

hacia el eterno infinito
de la verdad y el amor."

Querido hijo:

 

                   Y nuevamente llegó Mayo, implacable, inexorable como el tiempo, algo que no se puede detener; este mes cargado de recuerdos imborrables, muerte, pena, dolor, soledad, abandono, lucha sin cuartel e impunidad instalada en mi vida cotidiana, Mayo me anuncia desde el calendario, que han pasado  catorce años desde que muchos brazos armados, se llevaron tu preciosa vida , y no me importa cuantos años pasen, para mí; siempre será ayer que te mataron y hoy te estoy enterrando nuevamente, con lágrimas nuevas cada día, y marcas imborrables en mi corazón, y aunque el almanaque me mira fríamente, y  he ido arrancando sus hojas día a día, mes a mes, año a año, sin darme cuenta, yo estoy instalada en el mayo de la angustia, muelle irremediable donde quedé anclada sin poder partir; al velero de mi vida, le robaron sus mástiles y sus velas no podrán llevarme aunque sople fuerte el viento del sur. El velero y yo, fuimos mutilados.

 

                  Y si bien sé que todos los días son iguales, porque el dolor que siento es tan profundo que a veces no puedo respirar, también sé que jamás podré olvidar que viniste al mundo un 18 de Abril y que tu vida me fue robada un 29 de Mayo, y el otoño de los pesados años , se convirtió en una estación que regresa para llenar de hojas color caramelo, tu verde sepultura , donde "una hormiga lleva su preciosa carga, sobre la tumba de quien tanto hemos amado".

 

                  Y una por una, las voy sacando , aunque  a veces quisiera dejarlas y que cubran con su pesado manto, el lugar que ahora ocupas, ese "espacio invicto que es la nada ".

 

                  A veces pienso que todo esto es un sueño, esa noche , yo estaba internada en el Policlínico de Lomas de Zamora, y vos lo sabés, porque estabas allí cuando me llevaron a la sala de operaciones, fue la última vez que te ví , tu larga figura delgada, tu pelo corto y rubio casi rojizo, tus ojos azules como el mar me miraron con dulzura y tristeza, no sé que pasaría por tu mente en ese momento,  tu sonrisa me dió el aliento necesario para entrar a la anestesia sin temor, y tus manos extendidas me saludaban, mostrándome unos chocolates que me darías cuando despertara , me sentí como una niña a la que le regalarían dulces si se portaba bien.

 

                ¿ Será cierto que desperté, para recibir la noticia más triste de mi vida?, o tal vez estoy saliendo lentamente de la anestesia y esto nunca ocurrió.

 

                   Pero no puedo engañarme a mi misma, esto sí pasó, la realidad me aplastó y arruinó aún más, mi vida. Han pasado años, y a mí me parece que fue ayer, el tiempo parece no existir, los años ruedan convertidos en una línea interminable de dolor y ausencia.

 

                  Quisiera hijo mio, volver atrás en el tiempo y quedarme atrapada en el pasado, cuando yo era una niña madre y ustedes dos mi consuelo.

 

                  Hijo; nada , ni  el tiempo que pasa sin darme cuenta, ni las amenazas de muerte por decir la verdad, ni el hostigamiento judicial hacia mi persona, harán  que rompa la promesa que te hice en ese entonces, dedicar mi vida a lograr que los que te arrancaron de mi lado, sean condenados por haber matado a un hombre , que justamente

 ¡ era mi hijo !. No olvidaré a aquellos que negaron ser tus amigos, a los que traicionaron tu hermosa amistad, a los que mintieron por ser cobardes, a los que nos dejaron solos, a los que dicen: y bueno ya pasó mucho tiempo, es hora de vivir, ¡ pobres hombres sin razón !, yo estoy viviendo, ésta es mi vida y por supuesto,  no la elegí, ella siempre me está esperando, a la vuelta de la esquina, como una garra insaciable que me ha ido quitando, parte de mi ser.

 

                  Soy como una leona a la que le arrancaron un cachorro, soy como el junco, que se dobla, pero no se quiebra, soy como el Ave Fénix que renace de sus cenizas, y vuelve a comenzar, soy como los indios, me pinto y voy a la guerra que cada día debo pelear, con las únicas armas que conozco, la inteligencia, el amor y la verdad. Pero también soy una madre que llora, porque tu no has vuelto más.

 

              ¿Sabrán los hombres que te mataron, que yo, tu madre, haré que tu recuerdo quede encadenado a la memoria colectiva de los tiempos ?,  y que en realidad  es cierto que  no estás físicamente entre nosotros, pero sí a través de tus poemas, porque " una bala puede detener un corazón, pero no puede detener su mensaje."

 

                 Hijo, lamento mucho que no estés aquí para seguir escribiendo tus poemas, para filosofar en las largas noches de invierno, para discutir y discutir sin llegar a ningún lado, para verte  tirado en la alfombra , mientras veíamos esa maravillosa película que se llamaba Colmillo Blanco, o cualquier otra que nos gustaba, para ver los recitales de las grandes bandas,  para compartir lo bueno y lo malo, para escuchar tu voz, cuando me decías; Madre, yo la tengo clara, la vida es una tragedia.

 

                 Desde que partiste ya no sueño, o quizás no lo recuerdo, quisiera hacerlo un día, encontrarte en la puerta de nuestra casa, oler el perfume de tu pelo recién  lavado y verte jugar con los gatos que tanto amaste, como si fueras un niño, aquél que nunca quiso crecer.

 

                 Quisiera hijo mio, que pudieras ver a tu hermano, en aquél lugar que no conociste, él sufre conmigo y de repente se convirtió en hijo único, con toda la carga que eso significa, y desde lejos me dá fuerzas para seguir adelante , y nunca perdonaré a quienes te arrebataron la vida, y no permitieron que conozcas a tus dos sobrinos, que llegaron después de tu partida, ¡ Cuánto los hubieras amado y disfrutado ¡

Y, ¿ Cómo serían tus hijos de haberlos tenido ¿. Siempre pienso en estas cosas, y la respuesta es la misma.¡ Nunca lo sabrás ¡

 

                 Me gustaría que como en las películas, te me aparecieras  para poder abrazarte por una última vez.

                 De todas maneras cuando abrazo a tu hermano, los estoy abrazando a los dos.

 

                 Querido hijo, sé que puedes verme y quizás estés leyendo esto detrás de mi hombro, te extraño mucho y aunque te enojes, nunca me resignaré, y espero que todos sepan respetar mi dolor y no quieran enseñarme cómo se debe vivir, después de semejante tragedia. Soy bastante grande y he aprendido demasiado, no necesito maestros que sólo hablan desde la teoría de la vida.

 

               ¿ Hay olvido para la tristeza ?

               ¿ Hay olvido para el dolor ?

               ¿  Puede una madre olvidar que un día tuvo dos hijos y al siguiente  sólo le quedaba uno ?

               ¿ Puede una madre olvidar, aquellos sus ojos azules, los ojos de un hombre que convertido en niño, le preguntan porqué ?

 

                Creo que no, hoy no puedo contestar, hoy no puedo olvidar, hoy no puedo perdonar. Te extraño mucho y espero que sea cierto que hay un lugar, más allá de la muerte, donde algún día nos encontraremos, y me despido por hoy,  diciéndote ¡SEPÍNDOLA!

 

                Nadie supo nunca que quería decir esta palabra que vos investaste, como tantas otras, pero todos los que te conocieron la siguen usando, sobre todo tus primos, que siempre te recuerdan con mucho cariño.

 

              ¡ Hijo,éste es el infierno ! y

        “ Es tan lento el pincel de la nada “

Te ama , tu madre.

 

A todos los que me acompañaron y me acompañan, muchas gracias, nunca los olvidaré.

 

María Teresa Schnack

Mamá de Sergio y Adrián Schiavini.

                                                 Mayo del 2005

Las palabras “ encomilladas “, pertenecen a poemas de Sergio

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