21a Conferencia Anual
de la Asociación Europea de Centros de Ética Médica

Tuvo lugar en Zürich, Suiza, entre el 13 y el 15 de septiembre del 2007, la 21a Conferencia Anual de la Asociación Europea de Centros de Ética Médica (EACME, por sus siglas en inglés). En medio de una organización impecable, debida en gran medida al extraordinario desempeño del equipo de la Universidad local, dirigido por el prestigiosísimo filósofo argentino Roberto Andorno, se reunieron más de dos centenares de científicos, provenientes de gran cantidad de países. No sólo de Europa, sino también de América Latina (Brasil y Argentina), Asia (Irán, China, Uzbekistán, Georgia, Turquía, etc.), Norteamérica y Australia. Al agradable clima de Zürich se sumó a la cordialidad de los anfitriones, generando el escenario óptimo para un encuentro signado por el respeto y la profundidad.

Uno de los temas más tratados fue el de la "identidad profesional" de la bioética (¿o de los que a ella se dedican?). El primer panel, que aquí vemos, integrado por los profesores Matti Häyri (Finlandia, Reino Unido), Ruud ter Meulen (Reino Unido) y Alex Mauron (Suiza), se dedicó justamente a este controvertido asunto. 

El terrible problema del calentamiento global, el cambio climático,
la extinción de los recursos naturales como el petróleo,
y las consecuencias que este escenario ominoso puede traer,
así como las posibles (y urgentes) medidas que podrían adoptarse,
todo ello enfocado desde el flanco ético, fue otro de los tópicos que,
a veces con una vehemencia tan lógica como emocionante
(tal el caso de la exposición del profesor inglés Richard Nicholson,
que vemos en la fotografía), se hicieron presentes en el evento.

Nicholson, con una crudeza pocas veces escuchada,
por lo menos en una reunión de esta naturaleza, se preguntó,
sincera y dolidamente, si los regímenes políticos democráticos,
del tipo de los existentes en Europa y el mundo "occidental",
realmente servirían, a la hora de la verdad, para evitar el desastre,
o para lidiar con sus consecuencias cuando llegue la etapa crítica...

Resultó notable, tanto por su número como por la calidad de sus aportes, la presencia de los representantes de las universidades de la Europa Oriental. Prácticamente todos los países de ese importante sector tuvieron exponentes en el Congreso (cuya próxima edición se realizará, además, en Praga). La problemática peculiar de estas naciones (que presenta curiosos puntos de contacto con la de algunos estados latinoamericanos), despertó gran interés en la concurrencia.

En la fotografía, un ejemplo: la conferencia magistral del profesor Jozef Glasa, de la Universidad de Bratislava, Eslovaquia, sobre el tema "De la deliberación a la norma: bioética, política y derecho".

Entre las cuestiones propiamente bioéticas,
gozaron de particular atención las vinculadas a la genética,
a la clonación terapéutica, a las técnicas con células madre,
y a los asuntos vinculados con la reproducción asistida.
También se hizo muy presente la relación médico-paciente.

En la fotografía, el director de PERSONA,
Ricardo Rabinovich-Berkman (Argentina),
termina su exposición acerca de la problemática
de los embriones humanos congelados,
y sus posibles soluciones.

Tras las intensas jornadas de labor, este memorable congreso se cerró con un acto signado por la simpatía y la buena onda, encabezado por su dignísima Presidente, la brillante profesora alemana Níkola Biller-Andorno, catedrática actualmente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zürich, y el profesor Guy Widdershoven, Presidente del EACME.

En esta imagen, la profesora Biller-Andorno (esposa del Dr. Roberto Andorno), con su hijita Leticia en la falda (que se muestra muy interesada), pronuncia sus palabras de despedida. A su izquierda, el Dr. Widdershoven, que minutos antes había lanzado la convocatoria para la reunión del 2008 en Praga, la escucha atentamente. 

Como en todo congreso científico que se precie de tal,
los aspectos sociales son, por lo menos,
tan importantes como los de índole académica:
allí se tejen contactos entre instituciones e investigadores,
que dan lugar a menudo a proyectos conjuntos,
y generalmente a muy fecundas amistades.
La integración internacional se fortalece,
y la hermandad entre los pueblos se cimienta.

En la foto, un momento del magnífico banquete de camaradería,
ofrecido por los organizadores del evento a los participantes,
en el más caracterizado y tradicional salón de fiestas de Zürich.