ADIÓS A IRENA SENDLER,
UN EXCEPCIONAL SER HUMANO

 

    El 12 de mayo de 2008 dejó este mundo, a los 98 años, Irena Sendler.

    Se calcula en dos millares y medio la cantidad de niños hebreos que esta maravillosa mujer consiguió salvar de las hordas nazis durante la ocupación alemana de Polonia, su país.

    Irena, cuyo nombre evoca, en griego, la paz, sustraía a escondidas los pequeños del horripilante gueto de Varsovia. Tenía por entonces apenas más de treinta años. La "Schindler polaca" fue, por mucho tiempo, ignorada fuera de su patria, y muy poco conocida en ella. En 1999, cupo a unos estudiantes norteamericanos divulgar su historia.

    Los chicos eran sacados del gueto, y así birlados a la muerte, de mil maneras. En valijas, en camiones de basura, debajo de abrigos... A veces, pedía a los bomberos que los transportasen. Luego, eran colocados con familias católicas.

    En 1943, los nazis la descubrieron y la arrestaron. Irena fue torturada brutalmente, pero calló. Tenía un terrible secreto: debajo de un manzano, cerca de un cuartel alemán, en miles de botellas, había escondido los nombres de los niños rescatados y sus nuevas identidades. De ese modo, cuando terminase el horror, podrían recuperar su identidad.

    Como Irena no habló en el tormento, fue condenada a muerte. Pero los guerrilleros la rescataron cuando era conducida al patíbulo, corrompiendo a un oficial alemán. Sin embargo, ella adoptó otro nombre y siguió luchando hasta la caída del Reich. Desde entonces trabajó como supervisora de orfanatos y asilos en Polonia.

    En 1965, Irena recibió la medalla Yad Vashem de los Justos entre las Naciones, que el Estado hebreo otorga a los que, sin ser judíos, arriesgaron su vida bajo el nazismo para rescatar israelitas. En 2006 fue candidata al premio Nobel de la Paz. El presidente de Polonia, Lech Kaczynski, la despidió calificándola de "mujer excepcional".

    "El término «heroína» me irrita enormemente", había dicho Irena ya cerca de la muerte. "Sigo teniendo remordimientos por haber hecho tan poco".

    Dios te tenga en su asilo para siempre, Irena Sendler, orgullo del género humano. Nosotros te guardaremos en nuestra memoria, como ejemplo.

Ricardo Rabinovich-Berkman