“VIATICALS”
o “ACUERDOS DE VIDA”:
UNA NOVEDAD PARA
Contratar
un seguro de vida es, en su esencia, un acto de amor.
El
asegurado paga una prima en vida para afrontar el costo de un seguro, para que
al momento en que fallezca sus beneficiarios dispongan de un capital que garantize la estabilidad económica de su familia o
beneficiarios designados.
Pero
a principios de la década del
Los
Acuerdos de vida consisten en la venta EN VIDA de la póliza a un tercero (un particular
o una empresa), quien a partir de ahí se queda con la propiedad del contrato y
cuando el asegurado fallezca, cobra el seguro. Es decir, el asegurado puede
vender su póliza de seguro de vida como
si fuera un activo mas (un auto o una casa).El negocio para quien vende su
póliza es cobrar un monto por la venta (generalmente entre el 30 y 70% del
capital del seguro), y para el inversor que, al fallecimiento de esta persona,
cobrará todo el capital con una ganancia muy importante. ¿Por qué? Porque estos
inversores no compran pólizas de personas sanas o jóvenes, sino todo lo
contrario; estos asegurados deben ser personas de mas de 70 años, y mucho mejor
si tienen alguna enfermedad importante o terminal, ya que eso significa una
expectativa de vida limitada, y una rápida chance de recuperar y ganar con su
inversión en el menor tiempo posible .Time
is money, como se dice
en el ambiente de los negocios.
Y
aquí se plantea el debate ético. Pero volvamos un poco para atrás.
En
los ‘80, el SIDA se volvió implacable y los enfermos debieron afrontar los
altísimos costos de las drogas y los tratamientos, mientras sus coberturas de
salud le daban la espalda. Con frecuencia, aquellos que tenían seguros de vida
dejaban de pagar las primas, las pólizas caían y perdían el dinero acumulado.
Los acuerdos de vida les garantizaron cash a los asegurados con esperanzas de
vida limitadas y a su vez, plantearon una alternativa a los inversores que
temen a la inestabilidad del mercado.
El
término “viaticals” tiene su origen en la antigua
Roma. En el pago anticipado que recibían los legionarios antes de partir en
difíciles campañas de conquista, a sabiendas que era muy probable que murieran
en la batalla. También podría equipararse a la acepción actual de la palabra
viático: el pago de los costos de un traslado o viaje. Y el que ayudan a
costear los acuerdos de vida, es el que no tiene regreso: el viaje hacia la
muerte.
A
muchos les parece macabro este sistema que “lucra” con la enfermedad y la necesidad
de las personas. Que la sociedad o el Estado (y no
Ya
en los términos estrictamente comerciales, vale decir que la operación se
concreta con la firma de un contrato mediante el cual el inversor compra el
seguro de un enfermo terminal o anciano, quien aún con vida, recibe un
porcentaje del total sobre el que fue asegurado. El inversor se transforma en
el beneficiario irrevocable y absoluto de la póliza: eso es lo que le concede
garantías de cobro a quien la compra. No habrá altibajos financieros ni crisis
económicas que pongan en riesgo la utilidad del negocio, ya que el pagador será
una compañía de seguros de vida estadounidense, donde nunca en la historia se
dejó de pagar un seguro de vida.
Los
detractores destacan el hecho de aprovecharse de un enfermo terminal para
obtener rédito. Y peor aún, sentarse a esperar su muerte para ganar plata.
¿Qué
dicen los defensores del sistema? Que no pueden curar al enfermo, pero sí
colaborar para que el trayecto hacia la muerte sea lo mas digno posible.
¿Usted,
qué piensa?
* Asesor
financiero independiente, especialista en seguros de vida, planes de jubilación
e inversiones para personas y empresas. Socio de la Organización Olazabal (Buenos Aires, Argentina)