VIATICALS” o “ACUERDOS DE VIDA”:

UNA NOVEDAD PARA EL DEBATE

 

Iván Carlos de Olazábal Richard *

 

Contratar un seguro de vida es, en su esencia, un acto de amor.

 

El asegurado paga una prima en vida para afrontar el costo de un seguro, para que al momento en que fallezca sus beneficiarios dispongan de un capital que garantize la estabilidad económica de su familia o beneficiarios designados.

 

Pero a principios de la década del 80’, a partir de esta industria se creó un mercado secundario que hasta el día de hoy genera un debate ético que tiene tantos detractores como defensores. ¿Cómo se llama? Acuerdos de vida, o “viaticals”.

 

Los Acuerdos de vida consisten en la venta EN VIDA de la póliza a un tercero (un particular o una empresa), quien a partir de ahí se queda con la propiedad del contrato y cuando el asegurado fallezca, cobra el seguro. Es decir, el asegurado puede vender su  póliza de seguro de vida como si fuera un activo mas (un auto o una casa).El negocio para quien vende su póliza es cobrar un monto por la venta (generalmente entre el 30 y 70% del capital del seguro), y para el inversor que, al fallecimiento de esta persona, cobrará todo el capital con una ganancia muy importante. ¿Por qué? Porque estos inversores no compran pólizas de personas sanas o jóvenes, sino todo lo contrario; estos asegurados deben ser personas de mas de 70 años, y mucho mejor si tienen alguna enfermedad importante o terminal, ya que eso significa una expectativa de vida limitada, y una rápida chance de recuperar y ganar con su inversión en el menor tiempo posible .Time is money, como se dice en el ambiente de los negocios.

 

Y aquí se plantea el debate ético. Pero volvamos un poco para atrás.

 

En los ‘80, el SIDA se volvió implacable y los enfermos debieron afrontar los altísimos costos de las drogas y los tratamientos, mientras sus coberturas de salud le daban la espalda. Con frecuencia, aquellos que tenían seguros de vida dejaban de pagar las primas, las pólizas caían y perdían el dinero acumulado. Los acuerdos de vida les garantizaron cash a los asegurados con esperanzas de vida limitadas y a su vez, plantearon una alternativa a los inversores que temen a la inestabilidad del mercado.

 

El término “viaticals” tiene su origen en la antigua Roma. En el pago anticipado que recibían los legionarios antes de partir en difíciles campañas de conquista, a sabiendas que era muy probable que murieran en la batalla. También podría equipararse a la acepción actual de la palabra viático: el pago de los costos de un traslado o viaje. Y el que ayudan a costear los acuerdos de vida, es el que no tiene regreso: el viaje hacia la muerte.

 

A muchos les parece macabro este sistema que “lucra” con la enfermedad y la necesidad de las personas. Que la sociedad o el Estado (y no el mercado) debería encargarse de este problema: en Estados Unidos hay 40 millones de personas sin cobertura médica, y es lógico que en medio de la desesperación vendan todo lo que les queda.

 

Ya en los términos estrictamente comerciales, vale decir que la operación se concreta con la firma de un contrato mediante el cual el inversor compra el seguro de un enfermo terminal o anciano, quien aún con vida, recibe un porcentaje del total sobre el que fue asegurado. El inversor se transforma en el beneficiario irrevocable y absoluto de la póliza: eso es lo que le concede garantías de cobro a quien la compra. No habrá altibajos financieros ni crisis económicas que pongan en riesgo la utilidad del negocio, ya que el pagador será una compañía de seguros de vida estadounidense, donde nunca en la historia se dejó de pagar un seguro de vida.

 

Los detractores destacan el hecho de aprovecharse de un enfermo terminal para obtener rédito. Y peor aún, sentarse a esperar su muerte para ganar plata.

 

¿Qué dicen los defensores del sistema? Que no pueden curar al enfermo, pero sí colaborar para que el trayecto hacia la muerte sea lo mas digno posible.

 

¿Usted, qué piensa?

 

 

 

* Asesor financiero independiente, especialista en seguros de vida, planes de jubilación e inversiones para personas y empresas. Socio de la Organización Olazabal (Buenos Aires, Argentina)