Problemas raciales en la historia de Cuba

Ricardo Pelegrin Taboada*

Introducción.

Cuba tiene una población actual aproximada de 12 millones de habitantes. La información publicada por el gobierno cubano en el Censo del 2002 establecía una distribución racial donde el 65 % pertenece a la raza blanca, el 10 % a la raza negra, un 24 % de mulatos y un 1 % para aquellos de orígenes asiáticos. Los negros y mulatos constituyen, a partir de esta clasificación, más de un tercio de la población.

 

En pasadas semanas, el debate sobre si había o no discriminación racial en Cuba ha sido reabierto por intelectuales nacionales y extranjeros.[1] Para algunas personas, pudo resultar inexperado que una pregunta como esta aún se hiciera en referencia a Cuba cuya política exterior en los últimos 50 años de igualdad social y eliminación del racismo han sido dos de los más importantes pilares del gobierno. Un breve recuento de cómo el tema racial ha sido abordado durante los diferentes momentos de la historia de Cuba puede constituir uno de los tantos medios para acercarse al problema y analizar si existen o no motivos para tales cuestionamientos.

Raíces históricas de segregación, discriminación y miedos.

Los primeros hombres de la raza negra fueron llevados a Cuba desde Africa en el siglo XVI. Ellos reemplazarían el trabajo de los aborígenes cubanos, quienes resultaron extintos apenas 50 años después de la conquista y colonización de la Isla. Su mano de obra se concentraría principalmente en los campos de caña de azúcar. Este sector se convirtió en el motor económico de la colonia, por lo que el número de esclavos aumentó rápidamente para satisfacer la demanda de mano de obra. Las malas condiciones de vida, así como la explotación a la que estaban sometidos, provocaron que los esclavos llevaran a cabo levantamientos locales contra los dueños de las plantaciones, los cuales fueron mayormente sofocados por la fuerza. La sociedad esclavista cubana identificó en esta actitud del esclavo al “Negro Rebelde”, de forma que los africanos comenzaron a constituir una amenaza para las elites blancas que los sometían. La superior fuerza física de los esclavos aumentaba su apariencia peligrosa entre los esclavistas.

Durante la Revolución Haitiana de 1791, las plantaciones de caña de Haití fueron destruidas y Cuba se convirtió en la primera colonia productora de azúcar del mundo. Esto requirió la importación de más esclavos. No obstante, durante el mismo levantamiento, un gran número de propietarios y capataces fueron asesinados junto con sus familias, y la sociedad blanca de la Cuba colonial se percató de que ellos se pudieran enfrentar a una situación similar si el número de esclavos se mantenía aumentando en la misma proporción[2]. El Censo de 1792 demostró que, en efecto, la población  negra era ligeramente superior que la blanca, y que duplicaba el número de esclavos registrados en el censo de 1744[3]. Como resultado, el gobierno colonial promulgó la Real Orden del 21 de Diciembre de 1817 para promover la immigración blanca hacia la Isla[4]. Esta política pretendía balancear la diferencia de número existente entre ambos grupos raciales, y prevenir que Cuba se convirtiera en una nueva Haití. Aquellos que deseasen inmigrar hacia Cuba debían ser Católicos Cristianos. Se convertirían en ciudadanos españoles, estarían excusados de pagar el diezmo y estarían autorizados a portar armas. En consecuencia, varias ciudades y pueblos se crearon en el territorio central de la Isla con una población predominantemente blanca. Sagua y Cienfuegos son dos de ellas. En 1842, el gobierno colonial hizo un nuevo censo en Cuba donde, convenientemente, la concentración de población blanca resulto ser mayor que la africana. Algunos historiadores creen que los números fueron modificados por las autoridades para mostrar predominio racial blanco en Cuba[5].

Otra medida legal tomada a inicios del siglo XIX fue la prohibición de contraer matrimonio entre personas de razas diferentes, evitando la mezcla racial que el panorama demográfico de la isla comenzaba a manifestar.

En el siglo XIX, los habitantes negros de Cuba comenzaron a ser identificados con los peores comportamientos, y llego a ser evidente que se consideraba que todos los defectos morales en la sociedad cubana provenían de los esclavos. Hay múltiples ejemplos en la literatura que muestran como esta discriminatoria e injusta situación persistió durante todo el siglo. Por ejemplo, Aline Helgs cita una frase de la época que plantea: “la prostitución de la isla, la criminalidad, la superstición y la falta de industria se originaron en el mulato lujurioso, el negro ñañigo, el africano fetichista y el negro vago”[6].

Los esclavos podian ser manumitidos por sus amos. Esta práctica transformó a los esclavos en dependientes de sus amos blancos en una ideología en la cual los “buenos” blancos liberaban los esclavos africanos de su situación como un acto de benevolencia. El negro, por lo tanto, se suponía que se ganara el derecho a ser libre a través de su trabajo y después agradecer al dueño por su bondad. Esta es la idea de la generosidad blanca y la gratitud negra que trata de explotar al negro al mismo tiempo que lo somete.[7] Esta doctrina solo trataba de desarrollar la sumisión racial y perpetuar la dominación de un grupo sobre otro.

Siguiendo el ideal de liberación, los negros esclavos participaron en las guerras por la independecia entre 1868 y 1898. Los movimientos independentistas tuvieron un doble significado para ellos pues no solo luchaban por la independencia de Cuba, sino por su manumisión. Algunos de los líderes independentistas más importantes de Cuba eran descendientes de esclavos, o esclavos liberados, y su participación en las guerras fue decisiva. La esclavitud fue finalmente abolida en Cuba el 13 de Febrero de 1886. No obstante, muchos oligarcas cubanos y líderes de las tropas independentistas hicieron siempre evidente su racismo. Esta situación es ampliamente descrita por Aline Helg en su libro Nuestra Justa Parte[8]. El mejor ejemplo posiblemente sea cuando la escuela de antropología cubana de la república temprana pretendió establecer que el gran General de raza negra, Antonio Maceo, era más blanco que negro basado en un estudio anatómico de sus estructuras óseas y sus rasgos faciales. Eso después que otros medios le acusaran de haber pretendido crear una tiranía militar de raza negra al estilo de Haití; y otros de haber pretendido reducir su partición, más que decisiva, en la gesta independentita cubana[9].

Durante los primeros años del siglo XX, la cultura africana fue reconocida como una parte de la identidad nacional cubana, pero al mismo tiempo fue segregada y considerada como depravada en comparación con las “civilizadas” tradiciones españolas. En Una nación para todos, De la Fuente menciona la opinión de un influyente periódico de la época: “Esa es la gran  tragedia racial de Cuba: su creciente africanización.”[10]

Las constituciones cubanas de 1901 y de 1940 establecieron el principio general de igualdad, siendo todos los ciudadanos considerados iguales sin distinción de raza. No obstante, la situación de los negros cubanos era otra. Ellos no fueron aceptados como miembros de organizaciones sociales y clubs basados en excusas muchas veces ridículas, y su presencia fue reducida a los puestos laborales y ambientes sociales de menor reconocimiento social.

 

La poblacion negra de Cuba mantuvo altas tasas de desempleo. Por esta razón, solo pudieron pagar rentas en los barrios más pobres, teniendo los ingresos por hogar más bajos y las más precarias condiciones de vida. En Cuba no hubo leyes de segregación o apartheid. Por lo tanto, la discriminación se mantuvo todo el tiempo a un nivel más bien cultural, donde para muchos miembros de la población blanca antiguos esclavos y sus descendientes eran aun considerados como un grupo diferente e incluso peligroso. Solo pocos de ellos pudieron participar inicialmente en la política y de la vida pública, así como integrar las clases media o alta. Estos fueron los casos de Juan Gualberto Gomez y Martín Morúa Delgado. Algunos de los prominentes negros cubanos de esta generación llegaron a rechazar sus tradiciones africanas al considerarlas como un símbolo de primitivismo y se adaptaron al modo de vida general que era identificado como el estilo blanco. Al ser rechazados en los círculos sociales “blancos”, los negros se vieron entonces obligados a crear sus propios círculos sociales y organizaciones. Contradictoriamente, muchos de ellos fueron entonces criticados pues supuestamente pretendían imitar el estilo de vida “de los blancos”.

 

En 1912, un amplio movimiento popular de descendientes africanos en la Isla inició las luchas en contra de la discriminación y la segregación como asuntos pendientes después del establecimiento de la República en 1902: los Independientes del Color. Despues de amplios debates legales y políticos que justificaban o no el levantamiento, la respuesta del presidente Jose Miguel Gómez fue la orden de masacrar más de 12000 cubanos negros en el este de Cuba.

 

En los años siguientes, la comunidad negra en Cuba fue manipulada por políticos quienes permanentemente hicieron promesas que casi nunca fueron cumplidas, pero que buscaban la obtención de su apoyo electoral. Entre 1925 y 1933, siendo Gerardo Machado el Presidente de la República, las clases media e intelectual comenzaron a agrupar más miembros de la raza negra, quienes iniciaron carreras políticas en posiciones locales y nacionales.[11]

 

Machado abandonó Cuba en 1933, después de casi una década de represión y corrupción, dejando detrás un país en una profunda crisis económica e institucional. La reacción popular contra sus seguidores incluyo aquellos cubanos negros cuya carrera política se había desarrollado bajo la de este gobierno. Ellos fueron considerados un producto del populismo de Machado y parte de los numerosos errores de su administración. 

 

Además, durante las décadas de 1920 y 1930, movimientos racistas se desarrollaron en Cuba. En el campo, pequeñas secciones del Ku Klux Klan norteamericano fueron creadas[12]. En el escenario político, se constituyó la Asociación de Blancos de Cuba (ABC). Esta era una organización con un programa fascista y que llego a tener hasta 40,000 miembros. Su participación en las luchas contra Machado legitimizaron el papel de la ABC dentro de la sociedad cubana, pero incluso en este proceso utilizo sus metodos terroristas[13]. El racismo era parte de su ideología, como su propio nombre indica.   

 

No obstante, la sociedad había presenciado el ascenso de un mayor número de cubanos negros en la política, y así poco a poco ganaron más espacios de participación. Despues de 1935, más políticos negros participaban de la vida pública y dirigieron movimientos sociales que beneficiaban no solo a este grupo racial, sino también a los blancos y a toda la sociedad en general. Dados los altos niveles de pobreza en que vivía la raza negra, estos nuevos líderes se convirtieron mayormente en defensores de los derechos de la clase obrera o campesina. Estos son los casos de Lázaro Peña y Jesús Menendez, quienes llegaron a estar presentes en los debates de la Asamblea Constitucional de 1939. La mayor parte de estos líderes negros fueron asesinados, perseguidos o enviados al exilio entre 1940 y 1959[14]. De alguna manera, el racismo se llegó a considerar erradicado cuando un presidente con evidente mezcla racial fue electo en 1940 y luego se llegó a establecer como dictador por siete años: Fulgencio Batista. Pero este siempre pretendió disimular sus rasgos africanos y estableció sus origenes raciales lejos de la comunidad negra, siendo conocido como “el Indio”[15]. Cuba nunca erradicó los antiguos prejuicios, y esos espacios de participación no representaron nada en comparación con los tremendos problemas sociales y económicos de la comunidad negra cubana, aún pendientes por resolver.

 

El tema racial y la Revolución.

 

El movimiento del 26 de Julio, iniciado por Fidel Castro en la década de 1950, tuvo su programa ideológico en la autodefensa de este líder durante el juicio que se le realizó después del ataque al cuartel Moncada en 1953: la Historia me Absolverá. Como De la Fuente analiza[16], Castro enumeró los terribles problemas de Cuba durante la década de 1950, y el racismo no estaba mencionado entre sus argumentos. La única posibilidad que De La Fuente encuentra para ubicar a los negros cubanos en este alegato es su posible inclusión en el concepto de pueblo que Castro redefine. No obstante, esta idea implicaría que no se hizo ninguna distinción especial sobre los problemas raciales en la Isla y que se ignoraron los problemas que los negros cubanos sufrían como grupo.

 

El tema racial es mencionado por primera vez en un dicurso pronunciado por Castro el 2 de Marzo de 1959, donde el pidió a la población eliminar la discriminación racial, y estableció su política de crear escuelas y puestos de trabajo a los cuales los negros cubanos tuvieran acceso. En este momento, le fue cuestionado al joven gobierno cubano la existencia de un previo racismo en Cuba, o si Fidel estaba creando esa idea entre la comunidad negra para ganar así su apoyo[17]. Pero, como explica De la Fuente, el asunto era claramente mucho más viejo[18]. Algunos actores políticos habían expresado estas ideas con anterioridad y habían considerado el triunfo de la Revolución como una oportunidad para erradicar las diferencias raciales en una nueva Cuba.

 

La Revolución comenzó un proceso de trabajo político y educacional desde 1959 para la erradicación del racismo. Con la eliminación de espacios privados como clubs, playas, escuelas y hospitales, desapareció tambien la posibilidad que tenían los dueños de decidir quienes eran sus miembros y de hacer dicha selección basados en cuestiones raciales. Por su parte, los clubes sociales para miembros de la raza negra, que aún existían, trataron en un inicio de colaborar con el nuevo régimen. No obstante, ellos fueron disueltos de igual manera basados en el argumento de que asociaciones definidas en conceptos raciales contradecían el objetivo revolucionario de la integración racial.[19]

 

Un intento por educar las nuevas generaciones de cubanos en contra de la idea de la división racial y la desigualdad se encuentra en el argumento de que cada cubano tiene antecedentes raciales africanos. Esta idea se originó en la cultura popular durante la época republicana, y luego  se divulgó a través de algunos intelectuales y poetas. Uno de los más populares promotores de esta idea fue el mulato Nicolas Guillen, quien se convirtió en el Poeta Nacional después del triunfo de la revolución y expresó no solo la idea de una Cuba racialmente mezclada, sino las grandes expectativas que la comunidad negra cubana depositaba en la Revolución[20]. Esta concepción encontró apoyo en la extendida mezcla racial que existía en Cuba y en la Revolución, la cual desarrollaba paralelamente una idea que contrastaba de forma conveniente la ideología burguesa cubana de la superioridad blanca. La elite cubana se consideraba a si misma descendiente directa de la cultura española y seguidora de la sociedad norteamericana, siendo además la más fuerte crítica de las manifestaciones africanas en Cuba, así como del Comunismo.

 

En 1962, el gobierno declaró que el tema racial había sido definitivamente resuelto en Cuba[21]. Entonces, la política racial se basó en contrarrestar el nuevo desarrollo de nuevas tendencias racistas no refiriéndose al tema. A partir de ese momento, manifestaciones de racismo fueron consideradas contrarevolucionarias y políticamente condenadas por las autoridades. En las palabras del intelectual cubano Estaben Morales: “esto fue un error de idealismo y voluntarismo hecho bajo la presión de las difíciles circunstancias políticas del momento. Desde ese momento, se estableció un largo período de silencio acerca del asunto. Este silencio se justificó al decir que hablar acerca de dichas diferencias era jugar en las manos del enemigo. Aquellos que mencionaban la existencia del racismo eran considerados  racistas y con intenciones de dividir el país”[22]. Esta situación generó un silencio oficial que constituyó la oportunidad de mantener la antigua ideología racial en el seno de la familia tradicional cubana. No se puede sustituir una idea incorporada en la propia cultura de un país en apenas tres años, por lo cual la discriminación racial sobrevivió. Estereotipos y perjuicios fueron retomados y transmitidos de generación en generación en aquellos espacios privados que el gobierno no era capaz de controlar. Ahora la discriminación se desarrollaba en un plano social informal que si bien no era oficial, era más difícil de combatir.

 

Algunas situaciones ilustran como la población negra de Cuba sufrió este nuevo tipo de discriminación. Por ejemplo, en los medios de comunicación, la presencia de actores de la raza negra era más pequeña en comparación con la de actores de origen racial blanco. Además, los personajes representados por aquellos actores de la raza negra siempre han estado mayormente asociados a ciertos estereotipos como los roles de sirvientes, obreros, cantantes de música, sacerdotes de las religiones africanas y miembros de los estratos sociales más bajos.

 

La información racial en el censo de 1970 no fue publicada. En 1980, esta información se publicó y demostró que, después de 20 años de Revolución, los negros cubanos representaban aún la amplia mayoría en las labores de construcción y actividades manuales. Estos datos provocaron que el gobierno hiciera nuevas consideraciones en torno al tema. A partir de estudios subsiguientes, se descubrió que la gran mayoría de la población penal de la isla era de origen africano, representando el 80 % en la década de 1980[23]. Se descubrió además que los cubanos de origen negro eran todavía considerados como los más propensos a delinquir por la policía y propios de un comportamiento marginal, según reportaban los índices de peligrosidad de los barrios. 

 

El gobierno cubano reaccionó a esta realidad declarando esta situación como contraria a los valores de la Revolución. Realmente, se podía percibir un progreso en muchas áreas en las que el gobierno tenía una incidencia directa como la salud y la educación, donde la integración racial había sido más evidente. Pero en la sociedad persistían valores racistas tradicionales que la política del silencio no había logrado erradicar. En 1980, algunos grupos raciales se encontraban mayormente ubicados en algunos barrios. Los cubanos de raza negra eran la mayor parte de la población que vivía en las zonas de menores ingresos per capita, y con mayores reportes de criminalidad.

En 1986, Fidel Castro y el Partido Comunista de Cuba estuvieron de acuerdo sobre la necesidad de promover mayor igualdad racial en areas donde el cambio habia sido mas lento[24]. No obstante, el fin del socialismo en Europa del Este dañó considerablemente la economía cubana y restringió, de manera significativa, los recursos económicos del estado. Las políticas sociales fueron detenidas o reducidas, y la sociedad cubana entró en un período de crisis general que afectó a cada sector de la población. Tomando en cuenta que los cubanos de origen negro estaban aun pendientes a ser beneficiados en muchos aspectos, ellos fueron uno de los grupos que más sufrió este impacto económico.

 

Además, la crisis cubana terminó desarrollando las ideas racistas un poco más. Buscando mejores condiciones de vida, movimientos migratorios dentro de la isla comenzaron a desarrollarse de Oriente hacia Occidente. La escasez de productos y la disminución brusca de los niveles de vida en la Ciudad de la Habana destaparon los índices de delincuencia así como la práctica más amplia de delitos como la prostitución y los negocios ilícitos. Los habaneros comenzaron a identificar a los propios emigrantes cubanos como negros y mulatos, y se les asoció con el aumento de la criminalidad dentro de la capital.  El mismo gobierno promulgó un decreto en 1997 por el cual restringía la posibilidad de que nuevas personas entrasen a vivir a determinados municipios dentro de La Habana para evitar la superpoblación y, de igual forma, limitaba ese flujo migratorio.

 

Algunos ejemplos demuestran cómo la incorporación de los cubanos de la raza negra a la sociedad ha sido lenta. La amplia mayoría de las principales posiciones dentro del ejército y del propio gobierno son ocupadas por cubanos blancos, mientras que los de origen negro se encuentran mayormente en actividades sindicales o de dirección política dentro del Partido Comunista. El número de estudiantes negros en las universidades es aun pequeño en proporción con la mayoría blanca, asistiendo en mayor cantidad a las escuelas técnicas. El gobierno creó en el año 2001 un sistema de Universidades Municipales para dar acceso a la enseñanza superior a los jóvenes que no acceden a las centros universitarios tradicionales, y siendo la mayoría de la matrícula perteneciente a estudiantes de la raza negra o mulata.

Un último ejemplo de discriminación se aprecia en la prohibición de las prácticas religiosas africanas por el gobierno. En su cruzada contra la Iglesia, el gobierno revolucionario  clasificó a estas religiones como manifestaciones de atraso cultural e intelectual. No osbtante, la tradición cultural las han impuesto y, hoy en día, la mayoría de la población practica o al menos conoce de estas religiones.

 

En respuesta a estos estados de inconformidad, los cubanos de raza negra forman hoy parte de todos los movimientos en contra del gobierno que existen fuera y dentro de Cuba, lo cual pone en duda sus niveles de satisfacción con el propio proceso revolucionario. Todos los movimientos opositores tienen integrantes de la raza negra, tanto las Damas de Blanco como los Periodistas Independientes y los presos políticos. El gobierno cubano ha reaccionado a estos actos declarando que estas personas son manipuladas por los Estados Unidos y otras potencias extranjeras. No obstante, la simple presencia de cubanos negros en la oposición sigue siendo un indicador de la insatisfaccion de estos con la gestión revolucionaria, y  confirman una vez más su importante papel en la  historia de Cuba.

Conclusión.

En Cuba, los problemas de la comunidad negra no han sido resueltos. Nunca han sido identificados como un grupo con problemas individuales y específicos, lo cual hubiera facilitado el trabajo directo en sus problemas. Los riesgos de la clasificación tal vez hubieran sido preferibles a la indiferencia política. La discriminación primero y la integración silenciosa luego, han mantenido a los negros de Cuba sin una política directa en la resolución de sus problemas. Estos no fueron resueltos por las guerras de independencia, la república y tampoco en los últimos 50 años.

La situación general de los cubanos es difícil, y los limitados recursos del gobierno, junto con la inexistencia de una acción directa para trabajar en ellos como grupo individual, no permitirán una pronta solución para su histórica acumulación de problemas en los próximos años. La idea de una Cuba basada en la igualdad para todos sus habitantes es importante, pero hay que trabajar en ella un poco más para lograr materializarla.



* Master en Derecho Transnacional y Norteamericano, Facultad de Derecho, Universidad de Miami, Florida, Mayo 2010; Instituto de Historia Constitucional Norteamericana, James Madison Foundation Fellowship. Georgetown University, Washington DC, Julio 2007; Licenciado en Derecho, Titulo de Oro. Universidad de La Habana. Cuba. Julio 2004.

[2] FERNANDEZ BULTE, Julio. Historia del Estado y del Derecho en Cuba, Havana, Cuba, 2007.

[3] Id.

[4] Id.

[5] Id.                                                                    

[6] HELG, Aline. Our Rightful Share (Nuestra Justa Parte). The University of North Caroline. Chapel Hill, North Caroline. United States. pp. 25.

[7] DE LA FUENTE, Alejandro. A Nation for All: Race, Inequality and Politics in Twenty Century Cuba. (Una Nacion para todos: raza, desigualdades y politicas en el siglo XX cubano). The University of North Caroline Press. Chapel-Hill, North Caroline. United States. pp. 30.

[8] Ob. Cit. 6.

[9] Id. pp. 237.

[10] Ob. Cit 7. pp. 49, cite 109.

[11] Id. Pp. 92.

[12] Id. Pp. 204.

[13] INSTITUTO NACIONAL DE HISTORIA DE CUBA. Historia de Cuba, Habana, Cuba. 2002. Pp. 287.

[14] Id.

[15] Ob. Cit 7. pp. 250.

[16] Id. pp. 252.

[17] Id. pp 260.

[18] Id. pp 264.

[19] Id. Pp. 283.

[20] Nicolás Guillen, Obras Completas. En su poesía se destacan por abordar estos temas Negro Bembón (1930), Canto Negro (1931), Canción de cuna para despertar a un negrito (1958), Tengo (1964) y Problemas del Subdesarrollo (1972).

[21] Ob. Cit. 7. Pp. 308.

[23] Ob. Cit 7. Pp. 312.

[24] Id. Pp. 317.